La cocina venezolana triunfa en Perú, por Miro Popic
La cocina venezolana de la diáspora sigue lenta y segura su avance en la culinaria internacional, ya no solo a través de la icónica arepa que nos identifica, sino en la mesa de los grandes restaurantes del mundo. La confirmación nos llega desde Lima, considerada por muchos la capital gastronómica de América Latina, en palabras del periodista español Ignacio Medina, en el diario El País, quien reconoce el aporte de la migración venezolana en la competitiva y premiada restauración peruana. ¿Sorpresa? Para nada. Es algo que se veía venir, pero no tan pronto ni tan contundente como lo afirmado por Medina.
El escrito alaba el trabajo de Juan Luis Martínez y José Luis Saumeo, dos jóvenes cocineros venezolanos, quienes mantienen un pequeño restaurante en Lima, llamado Mérito, en el que interpretan creaciones venezolanas con ingredientes locales generando una fusión que enriquece la experiencia gastronómica local.
Textualmente, en palabras de Medina: “Su cocina es creativa, siempre llamativa, de vez en cuando rompedora, y su primer año de vida ha significado una bocanada de aire fresco para la cocina limeña. Se echaban de menos cocineros técnicamente avanzados, con ganas de ir más allá del enunciado del plato comprometidos con la despensa, el producto y las temporadas. Ha pasado un año desde que abrieron y no han dejado de evolucionar un solo día. Están entre esos profesionales que parecen de otro tiempo, siempre a al pie de sus cocinas, lo que equivale a decir atendiendo a sus clientes mientras cuidan de su negocio. Nunca los encontrarán en fiestas, saraos, comidas promocionales o viajes de compadreo y compra de votos. Lo mires por donde lo mires son un caso extraño; les preocupa más la estabilidad de su restaurante que figurar en las listas o presumir de estrellas en la Michelin de turno. Tal vez eso sea lo que les mantiene al margen del juego de apariencias e intereses cruzados en que se ha convertido la alta cocina, y les lleve a tener una clientela mayoritariamente local. Van forjando un colchón que asegure su estabilidad más allá del turista local que falsea la vida de las cocinas más nombradas. Entendieron que su futuro depende de la fidelidad del cliente y trabajan para conseguirla y afianzarla”.
Medina compara su aporte con el de las grandes migraciones que llegaron a Perú y que cambiaron, para bien, el rostro de la cocina peruana, tan alabada mundialmente.
Condena el silencio que rodea el trabajo de estos dos jóvenes cocineros venezolanos y asegura que será la próxima gran fusión culinaria
Si esto lo escribiera yo o cualquiera de los que nos ocupamos de la cocina venezolana, parecería un chovinismo más, pero viene de una persona que sí sabe de lo que escribe y quien no es complaciente ni adulante de nada. Medina estuvo en Venezuela hace algunos años y a muchos no les gustó lo que escribió. Hoy tendrán que tragarse sus palabras.
El éxodo de millones de venezolanos que huyen no de su país sino de un gobierno que persigue y maltrata a sus ciudadanos, tendrá resultados positivos en aquellas fronteras que los acogen. Cientos de miles de ellos son profesionales formados acá que encontrarán un futuro allá. Los cocineros no son ajenos a este fenómeno. Son también embajadores de nuestra cultura culinaria y su ejemplo debe servir para fortalecer el oficio de los que aquí se quedan, haciendo país en medio de dificultades, con criterio de excelencia y en busca de la satisfacción de sus comensales.
El mérito de los cocineros de Mérito en Lima puede y debe ser repetido aquí, pensando en el cliente antes que en el ego de sus ejecutantes