La cómica eléctrica, por Teodoro Petkoff
Así han gobernado durante once años. Pura improvisación. Tirando flechas sin saber dónde van a caer. Tanteando. Palos de ciego. Medidas que desafían al sentido común, para luego tener que rectificar apresuradamente. La cómica que pusieron con lo de los centros comerciales ha sido de antología. Pa’lante y pa’trás. Provocaron el déficit de energía eléctrica por pura incompetencia y ahora ni siquiera saben cómo administrar el racionamiento forzoso que es su inevitable consecuencia. Los argumentos para autojustificarse no llegan ni a cínicos por su absoluta estupidez. Primero fue el responsable de la planificación, Giordani, quien no tuvo otra ocurrencia que culpar a los gobiernos anteriores por la falta de inversión en el sector. Cuando cayeron en cuenta de que después de once años (es decir, dos gobiernos anteriores completos más la quinta parte del tercero), daba risa lo de los «gobiernos anteriores» como excusa, cambiaron para «El Niño». Ahora es el calentamiento global el responsable, el verano, la sequía, el descenso de la masa de agua de Guri. Pamplinas. La verdad pura y simple es que el país ha tropezado con la incapacidad infinita de Chacumbele y su equipo de gobierno.
Cualquier planificador que no sea Giordani y cualquier presidente que no sea Chávez sabe que si la población crece, la demanda de electricidad crece y que por tanto se hace necesaria una inversión permanente y continua para garantizar que la generación de energía eléctrica vaya siempre por delante del crecimiento poblacional.
A nadie con dos dedos de frente se le podía escapar que cinco años consecutivos de bonanza petrolera, con una política económica que estimulaba la desmesura importadora y con ella el crecimiento del comercio y de la construcción que lo acompaña, debían haber operado como una razón adicional para atender la inversión en el sector eléctrico. Lo peor es que ni siquiera pueden aducir falta de recursos. Plata sobró.
Pero la incapacidad e inoperancia del gobierno de Hugo Chávez son imbatibles. Ni siquiera años de apagones frecuentes en todo el interior del país lograban sensibilizar a la manada de inútiles burócratas que nos gobiernan. Nada de lo que tenían que hacer lo hicieron.
Giordani dictaminó que la capacidad de generación hidroeléctrica había llegado a su tope y echó atrás la construcción de las cuatro represas del Alto Caroní. De las 29 termoeléctricas, que ya desde 2007 debían estar en funcionamiento, sólo se han construido cinco, de las cuales dos están todavía inoperativas y tres funcionan a un tercio de su capacidad. Por pura desidia se dejó derrumbar Planta Centro y la estatizada Electricidad de Caracas suspendió su plan de inversiones. De la inversión en líneas de transmisión sólo se ha ejecutado una cuarta parte de un presupuesto que habría de financiar trabajos que en 2007 tenían que haber culminado. En estas condiciones de déficit de generación alternativa, Guri está sobreexigido y por eso su nivel cae más allá de lo que el verano seca. No nos vengan pues, con El Niño y con otras zarandajas semejantes. La culpa es del gobierno y de nadie más. El país no se lo perdonará.