La contradicción que evidencia Marco Rubio
El martes 4 de febrero el secretario de Estado de Estados Unidos, que tiene dos semanas en el cargo, declaró que Nicaragua, Cuba y Venezuela «son enemigos de la humanidad y han creado una crisis migratoria». Marco Rubio, en una intervención en Costa Rica durante su primera gira internacional, añadió que «si no fuera por esos tres regímenes no hubiera una crisis migratoria en el hemisferio».
El criterio del alto funcionario no es menor, siendo que Rubio está en la primera línea del poder de ese país. Pareciera, no obstante, que el equivalente a canciller de EEUU tiene un criterio distinto al del resto de la administración Trump, o que el presidente tiene a cada quien impulsando su agenda esperando sentado quién «gana» o quién «le baila mejor».
Lo cierto es que la declaración de Rubio contradice lo que el gobierno del que forma parte dice (y hace) sobre Venezuela.
Por un lado, Washington reitera que no reconoce a Maduro como legítimo presidente. Ya Joe Biden había dejado a Edmundo González con la etiqueta de «presidente electo» que, en teoría, se mantiene. Pero allí está la visita de Richard Grenell a Caracas, y la posterior entrevista donde cuenta lo que conversó con «el presidente Maduro».
Por otra parte, está el documento de la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, en el cual decidió no otorgar una nueva extensión debido a que a juicio de la administración Trump, las condiciones actuales de Venezuela no son aptas para otorgar un mecanismo de protección humanitaria. El documento señala que «hay mejoras notables en varias áreas como la economía, salud pública y delincuencia».
¿Lo curioso? El documento de Kristi Noem es construido en consulta con el Departamento de Estado, como lo establece el escrito.
¿Marco Rubio sabía eso?