La costosa «ayuda humanitaria» cubana, por Héctor Pérez Marcano
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Cuba ha sido denunciada por cobrar la «ayuda humanitaria» que supuestamente presta a otros países, víctimas de «la generosidad» cubana. Si alguien sabe lo costosa que resulta la ayuda humanitaria de Cuba somos los venezolanos. Según la investigación plasmada en la obra La invasión consentida, dirigida por el periodista que se protege con el seudónimo Diego G. Maldonado, a partir del 30 de octubre del año 2000, fecha en la que Fidel Castro y Hugo Chávez firmaron el Convenio Integral de Cooperación comenzó una vasta operación que esquilmó a Venezuela recursos –que fueron trasladados a Cuba– y que utilizados en Venezuela le habrían generado al país un desarrollo económico que le hubiera proporcionado a los venezolanos una sociedad de bienestar comparable a la de los países nórdicos.
Según la investigación citada «lo que se plantea entonces como un gesto de solidaridad y desprendimiento terminará siendo el inicio de un negocio de miles de millones de dólares, basado en la comercialización del trabajo de profesionales y técnicos cubanos, con enormes márgenes de ganancia para la isla. Pero, también y sobre todo, esa disposición especial es la punta de lanza para la penetración del castrismo en Venezuela».
Nada escapa a la ambición de Fidel, por fin podrá coronar su viejo sueño de ponerle la mano al petróleo venezolano que lo llevó a malquistarse con Rómulo Betancourt por que este se negó a complacer al rutilante barbudo cuando, en 1959, le solicitó al presidente electo venezolano le ayudara con petróleo y le prestara 300 millones de US$.
Más adelante fracasaría también en su intento de lograr una victoria revolucionaria en Venezuela para lo cual infiltró en la filas revolucionarias venezolanas nada menos que al comandante Arnaldo Ochoa. Él, junto con Luben Petkoff y 15 experimentados cubanos, desembarcaron por las costas de Chichiriviche y se incorporaron al frente guerrillero que comandaba Douglas Bravo en la sierra falconiana. Esta operación fue reforzada posteriormente con la «invasión de Machurucuto» en la que llegaron cuadros de enorme experiencia como Raúl Menéndez Tomasevich y Ulises Rosales del Toro que eran una avanzada, junto con dirigentes del MIR, de una vasta operación para infiltrar guerrilleros cubanos en los focos que ya existían en Venezuela.
Ahora, mediante el convenio firmado con Chávez, lograría coronar el viejo anhelo frustrado, ya que la riqueza venezolana sería transferida a Cuba sin disparar ni un balín.
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Cuba no solo nos ha vendido medicinas vencidas sino que hemos sido su mercado preferido a la hora de promocionar alguna solución «milagrosa» de enfermedades como el vitíligo. Inventaron un producto que denominaron Interferón que supuestamente alcanzaba al cáncer y se adelantaron al éxito de Viagra con un producto que bautizaron PPG («Piiiiiiinga Pa Gozaaa») que supuestamente multiplicaba la capacidad erótica.
Según la investigación citada, Fidel cultiva la relación con constantes propuestas de «ayudas», especialmente en salud, educación y deporte. En 2001 Venezuela comienza a contratar trabajadores cubanos. Primero llegan 591 instructores deportivos. Por cada uno el gobierno de Chávez paga a La Habana entre 800 y 1.000 dólares mensuales.
Para cerrar este ominoso texto donde el sentimiento patriótico está ausente, reproduciré lo referente al aspecto cultural. No podía faltar.
Henry Barroso Cisneros cruzó el mar Caribe con un contrato en dólares y una intrépida misión: ayudar a rescatar la identidad venezolana, como si fuera un galeón hundido en una fosa profunda. No era un experto en el tema, pero el trabajo no parecía tan complicado. Cuando llegó acá a Venezuela, «tengo que aprender el cuatro para entonces enseñárselo a personas de aquí», explicó el joven de Guantánamo en un reporte radial a finales de 2015.
Nunca antes ha visitado el país. Jamás ha tenido en sus manos la pequeña guitarra de cuatro cuerdas, considerada el instrumento fundamental de la música folclórica venezolana.
El aprendiz es instructor de arte. Es cubano. Y eso basta para que el gobierno del presidente Nicolás Maduro lo contrate para formar parte de un programa creado por Hugo Chávez en 2008: la Misión Cultura Corazón Adentro dirigida a fortalecer la identidad nacional. ¿Cómo le quedó el ojo apreciado lector?
Héctor Pérez Marcano fue dirigente político y diputado del Congreso de la República.
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