La Cumbre Iberoamericana por primera vez jugó duro

La Cumbre Iberoamericana, recientemente celebrada en Salamanca (España), por primera vez en sus quince ediciones, jugó en el tablero de los grandes actores internacionales. Hasta ahora tales reuniones no pasaron de la retórica al uso, sin consecuencia alguna ni en la escena planetaria ni en la propia iberoamericana. Ahora, con las resoluciones sobre poner fin al bloqueo de Cuba, sobre la extradición a Venezuela de Posada Carriles y sobre la condena a los actos terroristas que cometen las fuerzas irregulares en Colombia, la Cumbre pisó los terrenos de la gran política, aquella que se sale de los límites parroquiales para entrar en asuntos que involucran a los poderosos de la Tierra.Por primera vez el continente hispano-portugués, más sus respectivas madre-patrias, asume, sin maquillaje, posturas que disintieron abiertamente, en este caso, de las del Estado norteamericano. Si a esto unimos la creación de la Secretaría General de la Cumbre Iberoamericana, para darle permanencia en el tiempo y seguimiento a sus resoluciones, el evento anual que reúne a nuestros países íbero-hablantes con España y Portugal, de seguir por este camino de no eludir problemas espinosos que derivan de los actos de los factores políticos mundiales, podría adquirir real relevancia en la escena política internacional. No será el G-8 pero será algo más que folklorismo.