La delgada línea de una oposición: ¿Quién la representa?, por Luis Ernesto Aparicio M.
Ahora que ha pasado el vecino Petro por los lados de Miraflores y un día después se reunió con el gobernador del Zulia, por cierto, estado que forma parte de la región fronteriza con Colombia, país que preside, todo sirvió para crear más dudas sobre la candidatura de Manuel Rosales, ciertamente, pero también para entrar en un debate estéril sobre qué, quién o quiénes son los representantes de la oposición.
La andanada de guijarros no se hizo esperar, tal y como probablemente lo esperaban desde la acera del régimen. Mientras tanto, los de la otra acera -o parte de ella- reclamaban el “agravio” que supuestamente acometió el presidente Gustavo Petro. No invitar a quienes han asumido, casi en exclusivo, el título de la oposición, resultó ser otro elemento más para mantener la Unidad, que tanto se necesita, muy, pero muy lejos.
Los conocedores de los temas diplomáticos e internacionales comprenden que los mandatarios de otros países deciden sobre sus agendas, que incluyen reuniones o asistencias a determinados eventos, en donde es posible que se haga lo que hizo Petro, reunirse con quien mantenga el control institucional del país y con otro cualquiera que su equipo o él mismo decidiera.
El asunto se complica cuando en esa agenda presidencial, se incluye algo como: “reunión con la oposición”. En un país tan polarizado, sobre todo dentro del espectro opositor, que se incluyera ese punto de agenda tal y cual -no es que así estuviera escrito en agenda- activaron todas las alarmas de inmediato, sobre todo en los diferentes capítulos de la oposición, aquella que es y la que cree que lo es.
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Por lo ocurrido, me atreveré a hilvanar ciertas consideraciones sobre qué cosa es la oposición, quién o quiénes la representan. Por supuesto, todo desde el punto de vista de alguien que ha visto el desarrollo de lo que ocurre en Venezuela desde la distancia y ya sin los detalles tras bastidores, eso que no se ven.
Antes de todo, se dice que la oposición se define como aquellos individuos, partidos políticos o grupos sociales que se sitúan en desacuerdo con el gobierno o la autoridad establecida, y que buscan expresar y defender puntos de vista alternativos, así como ofrecer una alternativa de gobierno.
Hasta allí vamos bien, pero quienes pueden representar a la oposición política pueden variar dependiendo del contexto político y social de cada país. En general, pueden ser partidos políticos de oposición, líderes de la sociedad civil, movimientos sociales, organizaciones no gubernamentales, intelectuales, entre otros.
En muchos casos, la oposición política está liderada por figuras prominentes dentro de la política que tienen una plataforma política clara y un seguimiento significativo de la ciudadanía, sin descartar que existan personas que se sientan con el liderazgo suficiente como para pensar y aclamar que son la “verdadera oposición”.
Y es en esa última frase en la que me detendré por un momento, ya que determinar cuál es la “verdadera” o “falsa” oposición es un poco duro y complejo, puesto que todo puede partir dependiendo de la subjetividad con la que se intenta medir cuando se es lo primero y cuando lo segundo, pero lo intentaré.
Definitivamente la distinción entre una «verdadera» y una «falsa» oposición puede ser una línea delgada y subjetiva. Esto se debe a que la política es inherentemente un campo donde las interpretaciones y las perspectivas pueden variar significativamente según el contexto, las creencias políticas y los intereses en juego.
Lo que para algunas personas puede ser considerado como una oposición genuina, para otras podría parecer insuficiente o incluso sospechosa. Por ejemplo, un grupo político que participe en negociaciones con el gobierno en busca de soluciones a problemas concretos podría ser percibido como pragmático y constructivo por algunos, mientras que otros podrían interpretarlo como una señal de colaboración o debilidad.
Por lo tanto, antes de discutir de forma estéril sobre la representación opositora, es importante abordar estas cuestiones con un análisis crítico y considerar una variedad de perspectivas antes de etiquetar a un grupo político -o persona- como verdadero o falso opositor.
Al final, solo queda llamar la atención y confirmar lo fundamental que es recordar que, en la política, las alianzas y las estrategias pueden evolucionar con el tiempo y en función de las circunstancias cambiantes, lo que agrega aún más complejidad a esta distinción. Por lo que antes de asumir o acusar, se hace fundamental una minuciosa consideración sobre lo que es y no es.
Luis Ernesto Aparicio M. es periodista, exjefe de prensa de la MUD
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