La descentralización en terapia intensiva
Este Chacumbele sí que tiene riñones. Ayer dijo que había recibido un Estado descuartizado. Él, que tiene ocho años volviéndolo pedazos. Lo dijo en Barinas, flanqueado por el gobernador del estado, que es su padre, y por el alcalde de Sabaneta, que es su hermano. Ese es el Estado que Chacumbele quiere, uno “entero”, donde todo esté en su puño y, de ser posible, en el de su familia. “Se acabó la autonomía de las instituciones”, advirtió. Eso es lo que va a refrendar la nueva Constitución; lo que ya va en camino: la reversión de la descentralización.
Gobernadores y alcaldes, si no pasan a ser nuevamente designados por el presidente de la República, sí estarán sujetos a mecanismos expeditivos para su destitución, para que Chacumbele pueda quitárselos de encima cada vez que quiera. La definición federal de la república desaparecerá. Todas las atribuciones que fueron transferidas a las gobernaciones volverán al Ejecutivo. Todo se resolverá en Caracas. El Estado, que siempre ha sido parte del problema, ahora se ahogará en su propia masa apoplética, ineficiente, corrupta y ultraburocratizada.