La desfachatez de Rangel Gómez, por Simón Boccanegra
El gobernador de Bolívar, Francisco Rangel Gómez, mostró su repentina preocupación por la situación de las empresas básicas de Guayana. Según sus palabras, en dichas plantas se han producido protestas «que son válidas en algunos casos». Sin embargo, lo que debemos evitar es aquella protesta que cause daño a las empresas del Estado que son patrimonio de todos los venezolanos». Sus palabras, por un lado reflejan la típica amenaza de quienes detentan el poder y se creen dueños de la verdad: ellos son los que deciden cuáles protestas son las válidas y cuáles no. Por otro lado, ponen en evidencia una gran desfachatez. Hace dos años este minicronista denunció las andanzas del gerente de comercialización de Sidor, que se jactaba de gastarse 60 mil dólares en una noche de farra. Esa denuncia no fue atendida por nadie, hasta que hace menos de tres semanas fue detenido Luis Velásquez, que así se llama el personaje, también conocido como el rey de la cabilla, por los negocios no muy santos que hacía con ese insumo que produce la siderúrgica. En los mentideros políticos de Guayana relacionan a este Velásquez con el gobernador Rangel Gómez y con uno de sus hijos. Ese tipo de manejos abundan en las llamadas empresas básicas. Nóminas infladas, manejos irregulares de algo que llaman cupo del aluminio, sobreprecios en las compras de casi cualquier cosa, mala gerencia, proyectos olvidados en los que se gastó una buena plata y pare usted de contar. Males que no son nuevos, pero que con estos revolucionarios no han hecho sino crecer y multiplicarse. Prácticas que sí afectan el patrimonio de todos los venezolanos del que repentinamente se acuerda el gobernador, quien no ha hecho nada por evitar que algunos incrementen su patrimonio a cuenta del patrimonio de todos.