La despensa se queda sin alimentos
Autor: Jesús Hurtado
Cuando días atrás la recién estrenada Ministra de Agricultura Urbana, Lorena Freitez, decía que si había desabastecimiento en los supermercados era porque las neveras de los venezolanos desbordaban de alimentos, olvidaba que las pocas cifras ofrecidas por el Gobierno echan por tierra su estrafalaria afirmación.
Desconoce la joven ministra que para el primer semestre del 2014 (último dato oficial disponible), cuando la crisis era solo una advertencia, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) reportaba una caída del consumo en 56 de los 59 principales alimentos de la dieta del venezolano. Por solo mencionar algunos casos, el INE señalaba que entre 2008 y 2014 el consumo per cápita de harina de maíz descendió 34%, el de leche en polvo 41%, caraotas 20%, pastas 18% y pollo 10% Otras cifras son aún más contundentes. Carlos Albornoz, presidente de la Federación Nacional de Ganaderos (Fedenaga), afirma que entre 2012 y 2015 el consumo de carne de res por persona bajó de 24 a 14 kilos, ello en buena medida debido a la pérdida de más de 1,3 millones de cabezas de ganado tanto por contrabando de extracción como por muerte a raíz de la condiciones climáticas adversas, a lo que se suma una reducción en las importaciones.
Todo esto deja al descubierto la debilidad del agro nacional para aportar los nutrientes demandados por 30 millones de venezolanos, dado el vertiginoso descenso de la producción local como consecuencia de «un enfoque errado en las políticas aplicadas al agro», comenta Albornoz.
Y no se equivoca. Aun sin la data actualizada del cierre de 2015, las estadísticas de Fedeagro hablan de caídas de producción que en algunos rubros supera el 50%. Es el caso del arroz, cereal cuya cosecha fue excedentaria hasta 2010, pero que el año pasado apenas logró satisfacer la mitad de la demanda. En caña de azúcar la producción sólo suple 30% del consumo nacional y en maíz blanco -principal vegetal de la dieta criolla- escasamente se abastece 70% del requerimiento poblacional.
INDUSTRIA EN ROJO
La peor que haya atravesado el país desde la guerra de independencia no ha dejado inmune a la industria alimenticia nacional. De hecho, la Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos (Cavidea) reporta una caída de la producción de 10% en los últimos cuatro meses.
¿La razón? Agotamiento de inventarios de materia prima y la suspensión de los despachos por parte de los suplidores extranjeros, quienes reclaman el pago de más de 1.600 millones de dólares de una deuda que es cancelada directamente por el Estado.
«Se han agotado las líneas de crédito con los proveedores internacionales y no hay despacho de materia prima», afirma Manuel Felipe Larrazábal, presidente de Cavidea, quien agrega que echar a andar la maquinaria productiva requerirá otros 1.500 millones de dólares en capital de trabajo.
La solución no se percibe por ningún lado, toda vez que las empresas afiliadas a Cavidea no han recibido ni certificados de no producción ni dólares oficiales para la importación de insumos, viéndose en la obligación de recurrir a traders y pagar las compras a un dólar 15.000% por encima del cambio oficial de Bs. 6,30 por dólar establecido para alimentos.
La situación se puede resumir en una frase lanzada por Lorenzo Mendoza, presidente de Empresas Polar: «se está acabando con la industria de alimentos. Por cada bolívar perdemos 80 centavos. Esto es insostenible», dijo el empresario tras presentar una serie de propuestas para el urgente rescate de la producción agroindustrial.
PUERTOS PELADOS
Si bien no existen datos oficiales que dejen claro la cifra exacta de la cantidad de alimentos que consumen los venezolanos, Cavidea señala que son alrededor de un millón de toneladas mensuales, de los cuales alrededor de 40% son productos frescos y 60% insumos procesados.
De esa cantidad, y según han reconocido las propias autoridades, 50% depende directamente de las importaciones, lo que deja al país a merced de las comprar internacionales como mecanismo para mantener el equilibrio en la mesa nacional. Pero la baja de recursos por el desplome de los ingresos petroleros ha llevado al traste esta posibilidad.
Evidencia de ello son los datos de la Cámara de Comercio de Puerto Cabello, principal puerto de entrada de mercancías al país, según los cuales en 2015 el arribo de barcos con productos importados descendió 40% en comparación con 2014, año que a su vez arrastraba un descenso similar frente a 2013.
«Hubo una fuerte caída en la entrada de contenedores y eso significa que se importó menos alimentos», señala Félix Jiménez, presidente del gremio comercial de aquella ciudad, quien precisa que en 2015 ingresaron al país por esa vía 450.000 contenedores, 80% de los cuales corresponden a embarques de alimentos.
De esa cantidad, 80% tuvo como destinarias empresas públicas (CASA y Pdval), y solo 20% fue a la red privada, lo que a su juicio es la causa de la baja oferta de mercancía en las redes de distribución tradicionales.
Es más, Jiménez asegura que si actualmente hay cierta disponibilidad de alimentos es porque el Gobierno realizó ingentes compras con la idea de distribuirlas antes de las elecciones del 6 de diciembre pasado, cuya nacionalización se retrasó por el impago a los proveedores.
«Pero ya no están entrando nuevos cargamentos», dice el vocero, quien señala que en enero pasado solo descargaron en puerto 28 buques, 20 menos que en enero 2015, y de ellos solo 17 traían algún tipo de alimentos.
SE REDUCEN LOS ENVÍOS
Si bien el INE no reporta cifras de importaciones desde octubre de 2014, una revisión a los datos en los puertos de origen permite apreciar que en efecto los despachos alimenticios hacia Venezuela cayeron de manera determinante.
De acuerdo con el Centro de Trámites de Exportaciones (Cetrex) de Nicaragua, el año pasado se dejaron de enviar a Venezuela más de 87.000 toneladas de alimentos (carne, azúcar, café, aceite y caraotas) en comparación con 2014.
Brasil, el mayor aliado comercial en materia alimentaria, también redujo sus envíos en 2015, que bajaron 35% frente a 2014. En concreto, los despachos de carne de res congelada se redujeron 40,5%, en reses vivas la baja fue de 46%, en pollo – 28,7%, y en azúcar -53%.
Desde Colombia, el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE) reporta que las exportaciones generales bajaron 45,6%, con el agravante de que los envíos de proteína animal se contrajeron 71% y los de vegetales 56,4%.
Mientras, Uruguay suspendió los despachos de las 265.000 toneladas de arroz, leche, pollo, quesos y soya que había acordado vender a Caracas, luego de que autoridades desviaran los fondos que depositarían en el Bandes Uruguay como garantía de pago.
En fin, con una producción nacional disminuida y sin posibilidades de solventar el déficit con importaciones, la crítica situación de abastecimiento de alimentos tiende a agudizarse, lo que inevitablemente conllevará a echar por tierra los cacareados logros de la revolución en materia alimentaria.
Deja un comentario