«La distorsión del poder», un análisis del estado psíquico del venezolano actual
A este segundo libro y a su autora la psiquiatra Rebeca Jiménez, le acompañaron en la presentación de la UCAB, palabras enaltecedoras del psicólogo Ángel Oropeza y del director de la FLOC, el apreciado comunicólogo Marcelino Bisbal, más los pétalos de rosas que le echó Rafael Cadenas para sellar el memorable día.
Podemos ya descifrar nuestro mapa psíquico: quienes fuimos nos transformamos. Se puede entender con esta lectura que aquellos inocentes y livianos, empujados a las sombras del inconsciente colectivo, vamos digiriendo un estado de entendimiento y reciedumbre generosas.
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Autora: María Fernanda Fuentes
A cualquier punto cardinal le habla este libro: La distorsión del poder, de la psiquiatra Rebeca Jiménez. A quienes hemos seguido viviendo estos años aquí, o en la dura lejanía, y a cuantos se han ido de este mundo contra su voluntad: todos, afrontando los tiempos. Con esta narración se detecta a la vista y también internalizada en el venezolano, una fuente que mana cambios continuos, modificándonos ese compuesto en apariencia contradictorio, pero de potente particularidad que nos sostiene. Semejamos una alquimia de herencia remota rebelde, intuición, más una insistencia siempre remodelándose, empinados en una larga travesía donde nos hemos caído y levantado mil veces. Entrenamiento sin precedentes.
Con un prólogo del fecundo escritor venezolano Francisco Suniaga se abre esta segunda obra de Jiménez, prescindiendo de debatir el fenómeno vivido y su resultado en cualquier ámbito: no requiere abundar en lo ocurrido, que fue arropando sin pausa cada dimensión de la sociedad y ha sido anchamente atendido ya por formidables especialistas de Venezuela y el mundo. El primer libro de ella fue La distorsión del amor (2017).
Pero en este sí nos lo observa, en la revisión clínica del estado psíquico del ciudadano actual y su fondo psicológico herido en notoria metamorfosis, adoptando ya una postura más clara dentro de la conciencia ante un nuevo umbral.
Eso sí que lo aborda la obra de manera clara y transversal para empezar: un estado psíquico de más conciencia, proponiendo aprender a mirar de frente el meollo complejo de lo que pasó y el daño causado, como trastornos mentales con psicosis, ansiedad y depresión generalizados, que desataron unas fuerzas calculadamente dirigidas. Por eso nos da señales para poder identificarlas junto con las curas que requiere el trauma provocado.
La sombra, ese manto psíquico abarcador de las sociedades que mucho estudió Carl Jung, en Venezuela se halla derramada desde largo tiempo atrás, y recibe una pormenorizada atención de la psiquiatra que desentraña de ella, el lado oscuro de la naturaleza de la conducta y la psique ancestral del hombre.
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Se introduce en el diagnóstico, circunscrita a la breve imprescindible memoria histórica contemporánea primero, preciso terreno a grandes trazos de este cuarto de siglo que, asevera, modificó el entendimiento venezolano hacia un nuevo aprendizaje en esta nación merecedora.
Psiquiatría, ante todo
Siete capítulos, de temas que se entrecruzan, navegan siempre en la ciencia psiquiátrica con profunda sencillez. Delinea la génesis de nuestra idiosincrasia, cómo nos han transformado las circunstancias y estima que, vistas las espesuras que desde arriba desbordaron nuestros inconscientes individual y colectivo, podríamos estar listos para retomar aquella forma de vida trastocada y perdida, pero no olvidada, y tan determinada por la libertad, empezando por la libertad interior.
Voces transparentes nacionales entrevistadas por Olgalinda Pimentel, refrendan y analizan esta guía, que parte desde los contenidos ardidos del liderazgo, como hitos que cada tanto anunciaban y ejecutaban vuelcos severos a la vida y al porvenir. Ese panorama fue horadando la salud mental del venezolano y, año tras año, socavando sus defensas internas, lo cual revisa la autora con su estudio clínico, psiquiátrico y psicológico, al repasar también los pasos de aquellos propósitos que nos fueron minando.
Busca consustanciarnos con lo que hemos alcanzado a ser y, asimilados los recuerdos junto a los saldos de hoy, motivarnos a abrazar frontalmente otra conciencia que se cierne sobre nosotros: reponernos desde la psique. Da con un final abierto, consistentes opciones terapéuticas a todos, para avanzar más con ciertas lecciones, despejarnos y descifrar cómo fue, para re-crear nuestra mejor versión y al lado, ayudar a restablecer al prójimo.
Así Rebeca Jiménez emprendió la entrega a su paciente trascendental, Venezuela, en una investigación cargada de hallazgos sobrecogedores que sacudieron su espíritu y la sumergieron en su propia sombra, yendo más allá, en un recorrido hondo de dolores y descubrimientos que casi resetean su alma y su visión del mundo. Confiesa con humildad, su ignorancia previa sobre aquella operación incrustada desde el mando, y cómo la convirtió en una persona distinta, al acceder a eslabones ocultos que encendieron su responsabilidad. Tarea inédita, que tal vez otros deberíamos imitar.
Las fuentes confluyen
Voces de expertos entrevistados van confluyendo al interpretar y sellar materias de la travesía descrita, como el padre Luis Ugalde, Diego Bautista Urbaneja, Roberto Briceño León, Rafael Rivero Muñoz, María Cristina Parra, Paulina Gamus, Alberto Arteaga Sánchez, Roberto de Vríes (†) y Juan Manuel Esculpi (†), entre otros.
Escoge para el relato indagador de la psique los flancos apropiados, sobre todo los que van viviendo sociedades en conflicto: la psicoterapia junguiana (Carl Gustav Jung) con ideas que estima por su rico enfoque esclarecedor mediante los mitos, las metáforas y los arquetipos que se mueven siempre en entornos revueltos. Advierte el carruaje atolondrado repetitivo que arrastra al sometimiento, donde se dejan de lado muchos derechos humanos.
De los arquetipos más perturbadores, el titanismo, el sectarismo, el héroe, el antihéroe, el villano –la sombra, con especial disección de las crisis que produce en los pueblos– y mitos de cuño nacional que siempre nos habitaron como los de “libertadores” continentales o nuestros “ríos de oro” de El Dorado.
El análisis de cómo impactaron esos factores, dirigidos a la interioridad venezolana, es transversal en La distorsión del poder. Sigue aquel trayecto de la realidad que se enfocó en tomarnos el pensamiento y los inconscientes individual y colectivo: forma clásica del control social, son procesos cíclicos y reincidentes, atizados y sin tregua recorriendo al mundo entero hasta hoy. Por eso el libro busca comprenderlo ahora, persuadirnos hacia vías más atinadas para rectificar el rumbo, porque la jerarquía sigue forcejeando.
Desde la psicología, la literatura y hasta tocando nuestra raíz ancestral griega, explica aquello de nuestro origen, entrelazado con una mirada especial en el libro, a historias verídicas de pacientes en su consulta, que desgarran el alma y despejan el raciocinio y el sentido común, como otro crudo motivo para inducirnos desde ya a un trabajo personal de toma de conciencia, al insoslayable rol de ciudadano que se valore nítidamente y atesore su amalgama más templada, probada con creces y que no es fácil de acallar.
Trae así su manera de interpretar a la nación emocional en presente, que necesariamente implica la emocionalidad, pero el inconsciente es perenne y atemporal, y es ahí donde se originó la erosión compleja ocasionada a los venezolanos. Livianos que fuimos, nos tocaron el fondo primitivo, y por eso la urgencia de asumir las heridas como en vías de curación.
Ciudadanos en servicio
A notables autores nuestros refiere Jiménez acompañantes del relato reiterado del sentimiento del país, su trasegar como pueblo, antecedentes y bemoles arraigados, como la familia matricentrada, la escasez de padres y la pareja venezolana tan débil, con fuerte tendencia a terminar.
Son creadores cuya obra han atendido a este país, orientándolo y apoyando su transcurso entrañable, que han aportado siempre un marco testimonial y de sabiduría, de refugio para Venezuela, como acertadas fuentes teóricas complementarias de este libro.
Le enorgullecen otros aportes que no puede mencionar completos, pero una muestra llevaría a Francisco Suniaga, prologuista del libro; Ana Teresa Torres, Magaly Villalobos, el padre Alejandro Moreno, José Luis Vethencourt, Axel Capriles, Rafael López-Pedraza y cantidad de consagrados pensadores locales y del planeta de ayer y de hoy, junto a respetados periodistas nuestros que no cejan de informar, defender libertades y arriesgar sus vidas para acercarnos a algunas verdades, bajo condiciones tan restrictivas al periodismo.
Varias ONG de derechos humanos nacidas en Venezuela y su pionera Cofavic, le inspiran una reverencia: trofeo de persistencia, documentación y resguardo de la ciudadanía ante tantas vidas vulneradas. Son cuantiosas en nuestro país y también dejan una voz y huella históricas, como visores y compendios de la humanidad venezolana de los últimos tiempos.
Diagnósticos y tratamientos
El informe médico concluido de la paciente nación, y para sus hijos, recomienda recursos desde el punto de vista clínico para tomar senderos de terapia de reparación individual y colectiva, probados por pueblos enteros y retomados por los análisis en plena actualidad, de múltiple índole nacidos en esta era, sumándose a recursos de la psiquiatría y la psicología modernas, con métodos más integrados de la espiritualidad y lo cognitivo, reinterpretativos en la expansión del universo y el hombre, herramientas y conocimiento precisos que permiten sanar y practican nuevas camadas de especialistas. Algunos son:
David R, Hawkins, doctor en medicina, psiquiatra y filósofo estadounidense. El mapa de la conciencia, El poder Vs. La fuerza.
Víktor Frankl, médico psiquiatra austríaco sobreviviente del Holocausto. La Logoterapia, El hombre en busca de sentido.
Bert Hellinger, Teólogo y espiritualista alemán. Constelaciones familiares de despedida con descendientes de víctimas y autores.
Martín Seligman, psicólogo y catedrático estadounidense. Psicología positiva, La ciencia de la Felicidad.
La autora, terrenal y científica en su revisión, da cuenta de esas recetas hegemónicas aplicadas históricamente, ocultas o a la vista: porque la conflictividad de naciones aparenta infinita vocación de los poderosos a someter con los peores influjos. Pero con reflexiones diagnósticas de nuestra enfermedad antigua, Rebeca Jiménez da antídotos preciados para destrancarnos psíquica, mental, espiritual y prácticamente, de forma de sacarnos, como se hace con las técnicas de extracción de los pantanos.
¿Todo para qué? Para despojarnos de cargas deformantes; tener oportunidades, para aprender a elegir con los ojos abiertos, a redescubrir las buenas formas de vida evolucionando desde la fortaleza de la libertad y la conciencia interna, y reparar hacia fuera con pasión, pero también cabeza propia, el andamiaje que fue devastado a la democracia, para así proteger el futuro y prevenir, porque es mejor incidir en la realidad propia, con nuestros recursos, exigencias y pensamiento propio, en una sociedad con derechos y deberes, que entregarse despistados o ciegos a los desmanes violentos que se resisten a la humanidad, y siguen recorriendo al mundo. Hay que volver a empezar.