La duda como estrategia, por Johanna Pérez Daza

Deambulante en el empinado camino de la verificación, la duda suele ser relegada en diversos procesos que ameritan una lectura crítica y contextualizada de los hechos. En el plano informativo, la duda plantea cuestionamientos que conllevan a la revisión y la reflexión como estrategias para alcanzar algunas certezas. Algo similar ocurre en las búsquedas e indagaciones científicas orientadas a la verificación y construcción de conocimientos. Sin embargo, la duda es vista, frecuentemente, con desdén, e incluso como una ofensa que debe disimularse, esconderse o, por lo menos, matizarse.
Marginada en sus posibilidades, la duda explora otras formas de presentación, camuflándose para no ser expulsada de los sistemas de validación a los cuales puede brindar importantes contribuciones. Más que pensarla desde la personificación, la idea es asumirla como una opción presente en el itinerario de la toma de decisiones, en la fijación de posturas y en la defensa de determinados intereses.
La duda conduce al contraste y la comprobación, a interrogar e interrogarnos como vías hacia la credibilidad. Esta es una lección compartida que la ciencia y la comunicación aportan a nuestros procesos cotidianos, en los cuales hay que dejar asentar la información y sopesar las emociones, alertados de ciertos fraudes y trampas
Un caso extremo, pero ilustrativo, es la invitación dada en las primeras clases de periodismo: “Si tu madre te dice que te quiere, ¡compruébalo!”. Más que un irrespeto, la comprobación fortalece el hallazgo, enriqueciendo nuestras convicciones, señalando una ruta que tiene como puntos de partida la duda y la pregunta, y como trayectos la indagación y la investigación. En situaciones como las que atravesamos en Venezuela, la duda es una alternativa para combatir el rumor, la opacidad, la saturación y la falsificación informativa.
Participar en el ecosistema comunicacional implica conocer sus posibilidades, por lo que es válido y oportuno confrontar y contextualizar la información que recibimos y replicamos. Para esto es necesario promover la capacitación en competencias mediáticas y estimular la conformación de redes y comunidades que aprovechen e incorporen la diversidad de fuentes, plataformas, formatos y estilos, con miras a convertirnos en ciudadanos advertidos, conscientes de los riesgos de la manipulación y la distorsión, capaces de alertar a otros, y asumir un rol dinámico que sobrepase el consumo pasivo de informaciones. En otras palabras: dudar y cuestionar; dudar y buscar, dudar y constatar, pues como señala Jorge Luis Borges: “la duda es uno de los nombres de la inteligencia”.
Ininco UCV