La educación intercultural: un derecho al que no tiene acceso el pueblo warao

En los caños y comunidades rurales la desigualdad, falta de estructura y ausencia de maestros golpean de peor forma a los niños, niñas y adolescentes del pueblo warao que luchan por culminar sus estudios. Según un estudio de la Encovi en Delta Amacuro, en el municipio Tucupita 92% de las personas había terminado su educación primaria, mientras en Pedernales solo un 43% la había culminado. En Antonio Díaz el porcentaje se derrumbó a 29,9%
En Tucupita, estado Delta Amacuro, se ha vuelto costumbre ver a grupos de niños pidiendo en las calles. Sus familias, que llegaron de los caños huyendo del hambre y las enfermedades, se han tenido que enfrentar al desempleo y pocas oportunidades laborales de calidad. La situación no es diferente en Puerto Ordaz, estado Bolívar.
A esto, se suma la dificultad de inscribir a sus hijos en escuelas. ¿La causa principal? Pobreza multidimensional y falta de documentación.
Sin embargo, en el centro de Tucupita es donde esta etnia tiene menos problemas para acceder a educación. Son los caños y comunidades rurales donde la desigualdad, falta de estructura y ausencia de maestros golpean de peor forma.
Así lo demuestran los datos de 2021 de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), un proyecto realizado por la Universidad Católica Andrés Bello.
Según su investigación, en el municipio Tucupita 92% de las personas había terminado su educación primaria, mientras en Pedernales solo un 43% la había culminado. En Antonio Díaz el porcentaje se derrumbó a 29,9%.
Los datos son más graves cuando se toma en cuenta la educación secundaria, pues solo el 57% de los ciudadanos de este estado la finalizaron en 2021.
En la comunidad El Moriche, ubicada a una hora y media de la capital, Tucupita, se puede ver niños jugando en las calles en pleno horario escolar. Esta es una comunidad relativamente nueva para la historia warao. Fueron reubicados en 1960, producto del cierre del caño Manamo.
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En el colegio Cacique Guaicaipuro, los salones están sin pintar, las mesas están deterioradas y no hay casi sillas en buen estado. La maestra Norelia Giménez señala que la inasistencia es de 50%, ya que los padres no mandan a sus hijos al colegio por la falta de comida.
El Programa de Alimentación Escolar (PAE), una política del Estado venezolano que brinda desayunos gratuitos a niños en escuelas públicas, puede tardar hasta dos y tres meses en llegar, un periodo que perjudica a los miembros de esta comunidad que, en el mejor de los casos, pueden comer dos veces al día.
Pese a las carencias, en esta comunidad hay unas ventajas que han permitido mantener el proceso educativo: las maestras son originarias de la etnia y viven en El Moriche. Se formaron como licenciadas en Educación ante la carencia de profesores en Tucupita y las dificultades para llegar a su comunidad, la cual es distante y tiene problemas de conectividad por el deterioro de la vialidad.
Las maestras denuncian la falta de estructura adecuada y condiciones para trabajar, sobre todo, cuando la educación indígena debe ser obligatoriamente de carácter intercultural bilingüe.
Entre las obligaciones del Estado que establece la ley están: planes y programas educativos para cada pueblo o comunidad indígena, basados en sus particularidades socioculturales, valores y tradiciones; la revitalización sistemática de los idiomas indígenas que se creían extinguidos o que están en riesgo de extinción, mediante la creación de nichos lingüísticos u otros mecanismos idóneos; la formación integral de docentes indígenas expertos en educación intercultural bilingüe; la adecuación de la infraestructura de los planteles educativos a las condiciones ecológicas, las exigencias pedagógicas y los diseños arquitectónicos propios de los pueblos y comunidades indígenas; la creación de bibliotecas escolares y de aulas que incluyan materiales relacionados con los pueblos indígenas de la región y del país y la producción y distribución de materiales didácticos y de lectura elaborados en los idiomas indígenas.
Esto es algo que en sectores rurales y caños no existe tal cual reza en ley, según profesores y educadores entrevistados.
Las maestras tratan de educar apegadas a la formación de ambas lenguas, pero la inasistencia y la falta de material didáctico han afectado de forma grave el aprendizaje: en un salón de 37 niños, alrededor de 27 no saben leer de forma correcta.
«Estamos aquí por los niños. Prefiero enseñar lo poquito que sé y no abandonar (…) La educación en estos momentos es muy importante para nuestros niños indígenas. Nosotros podemos demostrar que sí podemos seguir adelante. Hay personas que nos discriminan, pero el indígena es igual a cualquiera persona», declaró Giménez.
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