Maratonista y sacerdote: Josiah K’Okal denunció el tráfico de indígenas waraos
La comunidad warao de Delta Amacuro exige a las autoridades de seguridad una investigación clara, que revele lo que ocurrió en la muerte del sacerdote keniano que trabajó en la defensa de los derechos humanos de los pueblos indígenas
Texto: Jesymar Añez / El Pitazo
A Josiah K’Okal le decían “Baré mekoro” o “Padre negro” en warao, la lengua de los indígenas del mismo nombre que habitan entre el sur de Monagas y la región Guayana de Venezuela. Es la etnia que K’Okal defendió y protegió desde 2006 cuando comenzó a trabajar en la Pastoral Indígena en Nabasanuka y Tucupita, en el estado Delta Amacuro.
K’Okal aprendió warao para evangelizar a los indígenas. También hizo suya la cultura de la etnia. Es así como se ganó el respeto y el cariño de quienes hoy exigen a las autoridades de seguridad una verdadera investigación, pues no creen en la tesis del suicidio.
El padre Josiah fue encontrado muerto este martes, 2 de enero. Según una minuta de la Guardia Nacional, el hallazgo fue hecho por un vecino del sector Carapal en una zona enmontada de la comunidad Boca de Guara, cerca de la vía nacional que une a los estados Monagas y Delta Amacuro.
El sacerdote keniano desapareció el 1 de enero de 2024. A las 9:00 a.m. salió en bicicleta de la casa presbiteral en Tucupita para visitar a las comunidades indígenas. Los habitantes de Janokosebe y un grupo de guardias nacionales en la alcabala del Dique fueron los últimos en verlo.
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¿Quién fue el sacerdote Josiah K’Okal?
Josiah K’Okal nació el 7 de septiembre de 1969 en Siaya, Kenia. Tenía 54 años y antes de tener una vida religiosa fue maratonista. De acuerdo con una publicación de la Organización Consolata América, K’Okal ingresó a esta congregación en 1993. Estudió teología en Londres y cuatro años más tarde se ordenó sacerdote.
La misma publicación refiere que en 1997 fue enviado a Venezuela. Desde entonces, sirvió en la Animación Misionera y Vocacional, la pastoral Afrodescendiente y parroquial de Barlovento, estado Miranda. De igual forma, en la Pastoral de Animación Misionera en Barquisimeto y la Pastoral Indígena en Nabasanuka y Tucupita.
“También sirvió en la congregación como administrador, consejero, vicesuperior y superior de la Delegación de los Misioneros de la Consolata en Venezuela”, se lee en la reseña de la Organización Consolata América.
Su labor con las etnias venezolanas le valió la nacionalidad. Al mismo tiempo, el Ministerio de Educación lo certificó como maestro. Realizó cursos sobre derechos humanos y fue así como inició su trabajo en la defensa de los derechos de los indígenas.