La educación venezolana: datos de la desolación, por Javier Conde
Una generación de estudiantes (un lapso de 12 años) está en avanzado riesgo de pobreza de aprendizaje. Los datos de tres consultas de 2023 y 2024 del ministerio de Educación, sí, muestran un panorama de enorme preocupación . La consideración oficial, sin embargo, observa «ligeras mejoras». En cualquier caso, por debajo de los niveles latinoamericanos que, según otras mediciones, están estancados en el rango más bajo. Urgencia es una palabra que se queda corta para cambiar esta realidad.
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En el panorama desolador de la educación venezolana —millones de niños fuera de las aulas, deserción de maestros, menos días de clase al año, notorio rezago escolar, infraestructura precaria, salarios miserables a los educadores— la noticia positiva, porque muestra el interés por conocer la realidad actual de la educación pública, aunque no en todos sus aspectos, es que el ministerio de Educación ha producido un informe sobre el rendimiento estudiantil en la educación primaria.
Identificado como Avances en los aprendizajes de los estudiantes venezolanos/lineamientos para un plan de mejoras de la educación básica bolivariana, el informe es el resultado de tres consultas realizadas en octubre de 2023, marzo de 2024 y abril de 2024. Los datos recabados, aún siendo de carácter oficial, son creíbles y son dramáticos.
«Me gustaría que fueran mentira», comentó un experto en el área conocedor del estudio del ministerio de Educación. El resultado es que la gran mayoría de los alumnos de tercer y sexto grado en las áreas de lectura/escritura, matemáticas y ciencias naturales se encuentran en el nivel más bajo, y hasta muy bajo, de aprendizaje.
La conclusión a la que llega el ministerio de Educación es, sin embargo, alentadora. Observan avances en el conocimiento al progresar los alumnos en proporciones modestas del nivel I a los niveles II y III, menos apreciable hacia el nivel IV que, en otras palabras, merecería el rango de aprendizaje competente. El informe admite que hay una «brecha de signo negativo» en las evaluaciones con respecto al ERCE 2019.
El Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE), coordinado por el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (Llece), bajo la guía de Unesco (la organización de Naciones Unidas para la educación, la ciencia y la cultura) fue presentado a fines de noviembre de 2021, aunque sus datos corresponden a 2019. Participaron 160 mil niños y niñas de 16 país (Venezuela estuvo ausente) y el resultado es que «persisten los bajos niveles de logro de la región y que, en promedio, no hay avances significativos desde la última evaluación (2013), con apenas casos sustantivos de mejora en Perú, Brasil y República Dominicana.»
La realidad de la calidad educativa venezolana es aún inferior a la evaluación del ERCE. Si aquella es mala, esta que se presenta sería peor. La conclusión oficial es que el porcentaje de estudiantes en el nivel II que cursan tercer grado y en el nivel III de los que cursan sexto grado está por debajo de los estudiantes que lo alcanzaron en el ERCE 2019.
Claudia Uribe, directora de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de la Unesco, es rotunda al analizar los datos del ERCE que sirven de referencia para la consulta venezolana del ministerio de Educación: «La región se encuentra prácticamente estancada en niveles de logros de aprendizajes muy bajos. Esto pone a una generación en riesgo de no poder desarrollar su pleno potencial». En Venezuela, varios expertos hablan de una generación perdida en nuestro país. Los datos del informe del ministerio de Educación evidencian, precisamente, que el desempeño de los adolescentes de sexto grado es incluso inferior a los de tercer grado. La posible generación perdida pasa de curso pero no avanza.
El informe
«La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo». Esa frase, cuya autoría es de Nelson Mandela, el líder sudafricano fallecido en 2013, encabeza el prólogo firmado por Yelitze Santaella, entonces ministra del poder popular para la educación, que da entrada al informe sobre las consultas realizadas por el ente oficial para evaluar el avance los aprendizajes estudiantiles en la educación básica.
La escuela, escribe Santaella, es «el epicentro de la calidad educativa donde se genera conocimiento, convivencia, identidad cultural y las necesidades de aprendizajes de sus estudiantes formando un vínculo significativo entre la educación y la realidad social que los rodea». El deber ser que está muy lejos de los hechos del día a día.
Las Consultas Nacionales de Medición de la Calidad Educativa abarcaron a directivos, docentes, estudiantes y representantes. Para evaluar el desempeño estudiantil se diseñaron pruebas basadas en los actuales planes de estudio y en el currículo de la educación básica venezolana. Además de evaluación de lectura/escritura, matemáticas y ciencias naturales, se indagó también sobre los factores asociados al aprendizaje y habilidades socioemocionales.
A partir de las respuestas de los estudiantes, los evaluadores establecieron cuatro niveles de desempeño, siendo el uno el más bajo y el cuatro el más alto. El nivel uno, por ejemplo, evidencia que los alumnos son capaces de localizar información explícita, repetida literalmente o mediante sinónimos que se encuentran en un lugar destacado del texto (inicio o final) y claramente distinguible de otras informaciones. Así como extraer conclusiones a partir de conexiones entre ideas evidentes e inferir el significado de palabras conocidas y familiares a partir de claves en el texto. En ese nivel se encuentra la mayoría, y en muchos casos, la amplia mayoría de los estudiantes consultados, que configura una muestra representativa de su nivel educativo.
En el nivel cuatro, el más avanzado, los estudiantes muestran evidencias de poder interpretar lenguaje figurado y acciones de personajes en narraciones. También pueden reflexionar y emitir juicios sobre los recursos y características del contenido y estructura de textos literarios y no literarios. Ese rango de aprendizaje es, en las áreas evaluadas, casi una excepción.
La consulta de octubre se realizó en 593 escuelas con la participación de 10.122 estudiantes, en marzo fueron 326 escuelas y 22.519 estudiantes y en abril 341 escuelas y 29.872 estudiantes. Los alumnos eran todos de tercer o sexto grado.
Resultados Lectura/Escritura
El desempeño de los estudiantes de tercer grado muestra un avance entre la primera consulta de octubre del año pasado y la de abril de 2024. Para el inicio del curso escolar 2023-2024 la primera prueba evidenció que 84,2% de los estudiantes estaban en el nivel I, 4% en el II, 3% en el III y 9% en el IV.
En marzo, 50% estaban en el nivel I, 9,7% en el nivel II, 12,3% en el tercero y 27,9% en el IV. En abril sigue la mejora en los niveles I y II (55,7% y 10,18%, respectivamente) pero baja en el III y IV (8,6% y 25,5%).
Los estados con mayor porcentaje de estudiantes en el nivel IV son Sucre (48,3%), Táchira (48,2%), Falcón (43,7%), Delta Amacuro (36,3%), Barinas (34,1%), Yaracuy (33,3%) Miranda (33,2%), Mérida (31,9 %) y Nueva Esparta (31,3%). Las otras 15 dependencias están por debajo del 25,5% de promedio nacional.
Los que tienen el más alto porcentaje de estudiantes en el nivel I son Cojedes (79,6%), Amazonas (76,5%), Portuguesa (71,1%) Guárico (69,9%) y Distrito Capital (68,9%). Otros nueve estados muestran porcentajes superiores al 55,7%, que es el promedio nacional del nivel I según la consulta de abril.
La evaluación del informe indica que hubo una mejora en los estudiantes de tercer grado en la comprensión lectora y conocimiento textual y desarrollo de habilidades en cuanto a comparación de textos, relaciones conceptuales, juicios de valor y emisión de opiniones sobre textos.
Los resultados de sexto grado son claramente aún más deficientes, lo que se corresponde con la valoración de los datos del ERCE en el sentido de que la generación que pasa de curso en curso arrastra una pérdida de conocimientos significativa. El informe advierte que el desempeño de este grupo se vio más afectado por las dificultades derivadas de la pandemia de los años 2021 y 2022.
En la medición de octubre del 2023 el 71% de los estudiantes de sexto grado fueron evaluados en el nivel I, 7% en el II, 12% en el III y 10% en el IV. Lo llamativo es que en las siguientes consultas el desempeño empeoró. En marzo, 93,7% estaban en el nivel I, 3% en el II 1,7% en el III y 1,60 en el IV. En abril los números son casi invariables: I (93,23%), II (2,83%), III (2,3%) y IV (1,64%).
Solo Miranda llega a una cifra de dos dígitos (10%) en el nivel IV, Táchira tiene 10,1% pero en el nivel III, y nuevamente Miranda (13%), La Guaira (10,5%) y Trujillo (10,3%) son los únicos con dos dígitos en el nivel II. Diecisiete (17) estados están por encima del promedio nacional del nivel I, el más bajo. Curiosamente en este caso el informe toma el promedio de las tres pruebas realizadas (85%), y no de la última de ellas (93,23%) como hace en el de tercer grado.
El Nivel I es el más bajo. Diecisiete (17) estados están por encima del 93,2% en lectura/escritura. En matemáticas, diecisiete (17) estados no pasan del 0% en el nivel IV. Aragua, Lara, Zulia y Distrito Capital suman en su conjunto 5% de sus estudiantes en el nivel IV en ciencias naturales.
Resultados matemáticas
El informe del ministerio de Educación indica en esta área, en relación a los estudiantes de sexto grado, que éstos se encuentran en «un proceso pausado de aprendizaje». Los niños de tercer grado muestran un muy leve avance que, sin embargo, el estudio observa en desarrollo firme.
El promedio nacional de los estudiantes de tercer grado en matemáticas ubica al 93,2% de ellos en el nivel I, 2,83% en el nivel II, 2,3% en el III y 1,64 en el IV. En octubre y marzo 98,8% y 96% estaban en el nivel I. Quince estados reflejan un porcentaje superior al promedio del nivel más bajo. En los casos de Nueva Esparta y Lara el 100% de los estudiantes está en el nivel I. Miranda tiene 9,5% de los evaluados en el nivel III, como el mejor dato distintivo.
En sexto grado, la consulta evidencia que el desempeño es menor tras cada consulta: 71% estaban en el nivel I en octubre, cifra que se disparó a 93,7% en marzo y a 98,6% en abril. En seis estados el 100% está en el nivel I. Diecisiete (17) estados tienen 0% en el nivel IV. La cifra diferente y algo mejor es mínima también: 4,3% de los estudiantes de Barinas de sexto grado se ubican en el nivel III de aprendizaje.
Resultados ciencias naturales
Esta prueba solo se aplicó a los alumnos de sexto grado. En la consulta de octubre de 2023 se le evaluó sobre aspectos como cuerpo humano y salud, seres vivos, ecología y medio ambiente. El resultado arroja que 94.6% estaba en el nivel I. El informe, que suele ser generoso en sus apreciaciones, indica que la mayoría está entre los niveles I y II. En realidad, el II solo agrupó a 4,2% de los estudiantes. Los niveles de aprendizaje III y IV suman en conjunto apenas 1,2%.
Para las siguientes consultas, de marzo y abril/mayo, la prueba amplió los conceptos de su indagación: cuerpo humano y salud, tierra y sistema solar, energía y materia, seres vivos, ecología y medio ambiente, ciencia, tecnología y sociedad. Hubo ligeros avances: el nivel I fue de 91% en marzo y de 83,5% en abril. En esta última prueba, el promedio en el nivel II fue de 6,4%, en el III de 7,2% y en el IV de 2,9 %.
Quince (15) estados se encuentran por encima del promedio nacional del nivel I, incluso seis de ellos por encima del 90%. Lara es el más alto entre los peores con 96,9% de estudiantes. Solo siete estados logran pasar apenas de dos dígitos en el III nivel: Yaracuy (12,4%), Bolívar (12,1%), Miranda (11%), Barinas (10,9%), Táchira (10,8%), Sucre (10,6% y Falcón (10,5%). Zonas densamente pobladas como Zulia, Distrito Capital, Lara y Aragua solo suman en su conjunto 5% de sus estudiantes en el nivel más avanzado de aprendizaje en ciencias naturales.
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En las conclusiones de las tres áreas medidas en las consultas nacionales, el informe del ministerio de Educación, tras ratificar que se evidenció «un avance en los niveles de logro de conocimiento desde el nivel I al II y III», propone:
- Formación para maestros que promueva el desarrollo de competencias en las áreas medidas, además de técnicas e instrumentos de evaluación considerando indicadores de los conocimientos y los procesos cognitivos “desde el enfoque decolonial.”
- Elaboración de guías orientadoras en las áreas de lectura escritura, matemáticas y ciencias naturales, desde lo cognitivo, didáctico y pedagógico para maestros.
- En la dimensión institucional, repensar y garantizar el acompañamiento pedagógico para fortalecer la práctica docente, valorando las innovaciones, las estrategias de evaluación, el desempeño docente. También seguimiento y monitoreo de la planificación al inicio y al final de cada momento escolar.
- Desarrollo docente para el apoyo en la implementación de estrategias pedagógicas enfocadas en mejorar los aprendizajes de lengua, matemáticas y ciencias naturales.
El informe sobre avances en los aprendizajes aunque incluyó en las consultas un cuestionario sobre factores asociados al docente deja por fuera la situación salarial de los educadores. Tampoco hay referencia al denominado horario mosaico que autoriza a los maestros, en virtud de su fragilidad económica, a utilizar tiempo de su horario para dedicarse a otras actividades más lucrativas y poder subsistir.
Hay sin embargo algunos datos relevantes en relación a los docentes: 96% son mujeres y más del 60% de ellas tienen más de dos hijos; 58,6% son licenciados en educación, 13,7% son bachilleres estudiando la carrera docente, 95,5% se considera preparado para desempeñar su labor aunque 93,9% dice requerir formación en algunos de los siguientes campos: diseño de estrategias sobre cómo abordar las habilidades socioemocionales de los estudiantes, planificar y evaluar aprendizajes, manejo de equipos tecnológicos, diseños y proyectos de aula y estrategias para fortalecer la compresión lectora. En casi todo.
Los docentes también fueron consultados sobre otro conjunto de temas que muestran más preocupaciones sobre el sistema educativo: 30% cree que se necesitan más docentes en el aula, 44% considera entre buena y excelente la infraestructura de la escuela pero 45% dice que carece de instalaciones para el deporte y la recreación. Según 72% de los docentes el diseño de la escuela no se corresponde con la atención de niños con necesidades educativas especiales, aunque 52,1% de los docentes tiene en las aulas a alumnos con necesidades educativas especiales. Más de un tercio de los docentes también atienden en clase estudiantes que repiten el curso. El 76% de los docentes tiene a su disposición en el aula o en la biblioteca de la escuela los libros de la Colección Bicentenario; 95% utiliza otros diferentes. El 60% de los estudiantes, de acuerdo a los docentes, no posee todos los útiles necesarios para las actividades escolares.
Leer, la llave del aprendizaje
En 1998 fue creada en Caracas la asociación civil «Con la Escuela», con el objetivo de promover una educación con pertinencia, inclusiva y de alta calidad. «Con la Escuela» realiza anualmente un levantamiento estadístico a través de una red de observadores escolares que ofrece datos sobre matrícula, infraestructura, rendimiento escolar y dotación. La encuesta correspondiente al curso 2023-2024 abarcó 79 colegios ubicados en seis estados, Apure, Anzoátegui, Bolívar, Lara, Miranda Zulia y el Distrito Capital. El foco está puesto en la lectura en alumnos de tercer grado en planteles públicos, subvencionados y privados.
«Los resultados son desalentadores», dice Oscar Iván Rose, subdirector de Con la Escuela. Explica este profesor de ciencias biológicas con especialización en planificación que el lenguaje es un aspecto medular. “Aprender a leer es la llave que abre el conocimiento”.
Con la Escuela considera su objeto de estudio a los niños y niñas de tercer grado porque están en la edad ideal. Si se completa el tercer grado y el alumno no ha aprendido a leer empieza a tener pobreza de aprendizaje, porque limita todo el conjunto de conocimientos futuros que pueda alcanzar.
Rose advierte que es posible aprender a leer después de tercer grado pero es más difícil, requiere más inversión y un mejor acompañamiento de personal especializado y disposición de libros adecuados. «El problema de aprender a leer fluidamente y comprender lo que se lee es un problema pedagógico significativo en el país».
La prueba de Con la Escuela con la que recaba su información se suele realizar cuando el respectivo curso escolar ha avanzado en un 50%. También se mueven en cuatro niveles de evaluación, que pueden ser similares a las consultas sobre el aprendizaje realizadas por el ministerio de Educación, pero en este caso identificados como muy bajo, bajo, consolidado y competente.
«De acuerdo al tipo de texto que se use, los niños deberían concentrarse en los niveles consolidado y competente y el resto debería ser mucho menor. Nosotros, sin embargo, encontramos porcentajes altos en los niveles muy bajo y bajo. No son para nada resultados buenos», dice Rose.
En la muestra de 70% de estudiantes de las 79 escuelas abarcadas se apreciaron notorias diferencias de desempeños entre las escuelas urbanas y rurales, sin ser en ningún caso positivas. Durante la prueba los alumnos leen en voz alta un fragmento de un texto adecuado a su edad y luego responden seis preguntas al respecto. En las escuelas urbanas 42,9% alcanzó el nivel competente de fluidez lectora, mientras en las regiones de mayor presencia de escuelas rurales esa cifra cayó a 8,4% en el rango competente.
«Un 13% de estudiantes literalmente no lee nada». Y un 24,09% solo alcanza a leer 14 palabras por minuto”, precisó Rose. Catorce palabras, si el lector saca la cuenta, son las que caben en una línea de texto.
En comprensión lectora, los datos empeoran en un caso y suben ligeramente en el otro: 25,56% se encuentran en el nivel competente en las zonas urbanas y 10,92% en las zonas rurales.
Lo resultados reflejan la combinación simultánea de un conjunto de factores que Con la Escuela apunta en un resumen de su sitio web: falta de clases en muchas instituciones, alta inasistencia estudiantil y el impacto negativo de la situación socioeconómica de los docentes. “Urge, dice Rose, una intervención significativa y coordinada para revertir este panorama educativo desafiante y garantizar un futuro más prometedor para todos los niños y niñas del país.”
La Democracia
La Democracia es una parroquia del municipio Tomás Lander del estado Miranda, a una hora en automóvil por carretera de Ocumare del Tuy, la cabeza municipal. Si no cae un palo de agua y se embarra toda la ruta. «Si hay algo humilde, de las más pobres de Miranda, esa es la parroquia La Democracia», acota Rose.
Toda la vida de la parroquia está alrededor de la carretera que sube la montaña. Sobre ella o muy cerca se ubican las tres o cuatro escuelitas del sector. Son pequeñas, a lo sumo de 60 alumnos. Algunas escuelas son unitarias, en las que un maestro atiende tres grados. La zona es muy castigada por el hampa. Aunque las autoridades dan su vuelta por allí, a veces se suspenden las clases por la inseguridad, o por las lluvias. Las escuelas son los únicos lugares de socialización de los niños. Los docentes, por fortuna, viven en la zona. Con el sueldo que cobran no podrían desplazarse desde Ocumare, si vivieran allí, hasta La Democracia. Con la Escuela documentó que los maestros de las escuelas de su investigación reciben como pago entre 7,49 y 17 dólares al mes. Rose cuenta que en una escuela, pero en Santa Lucía, relativamente cerca, le preguntó a una maestra porque sigue dando clases con esos sueldos tan pobres: “Por vocación, por pasión”, le respondió.
Rose conoce La Democracia. Dice que, dentro de la precariedad, los muchachos son afortunados: tienen maestros que se esfuerzan, que hacen posible el hecho educativo. «La presencia de la escuela y de los docentes es clave», añade. El subdirector de Con la Escuela prioriza como elemento fundamental en este momento de la educación que los niños vayan a clases. Según los cálculos de la organización que representa y de los estudios que realizan el promedio de días de clase en el curso 2023-2024 fue de 3,8 días a la semana, como consecuencia del «horario mosaico», en muchas escuelas ese promedio es de apenas dos días.
«Hay que volver a los 180 días de clase por año escolar. Ahora, si acaso, se cumple el 60% del calendario. Los niños inician el curso los primeros días de octubre, con lo que ya de arrancada están perdiendo diez u once días hábiles de clase. Y eso sucede desde hace varios años. Los niños de tercer grado llevan acumulados 30 días sin clases en sus tres años de escolaridad porque la reanudación de la actividad escolar ya no comienza a mediados de septiembre.»
Aunque las escuelas que fueron visitadas por la red de observadores escolares evidencian que en el 55% de ellas no hay computadoras y en un porcentaje mayor carecen de aulas para tecnología, que en más de la mitad faltan pupitres y en una proporción similar son inexistentes los espacios para el deporte, poner al niño en la puerta de la escuela es el inicio de todo. Luego, dice Rose, garantizar maestros que tengan la profesión docente —24% son otra cosa, bachilleres, padres, etc—, remuneraciones adecuadas y que haya una dotación completa para las actividades escolares.
«Deberían ser cosas que se puedan solucionar. Sobre esa base es que se puede edificar. De lo contrario es muy complicado. Las autoridades educativas deberían entender que la educación es cara, pero más cara es la ignorancia».
Consultas de Calidad Educativa del ministerio de Educación, área de matemáticas (2023-2024)
Fue publicado inicialmente en lagranaldea.com
Javier Conde es periodista hispano venezolano
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