La enfermedad contagiosa del abuso de poder
No es novedad que al chavismo, en cualquiera de sus versiones, no le agrada la descentralización. Cuando una gobernación es ganada por la oposición le nombran un protector al que le entregan los recursos, irrespetando a quienes lo eligieron. Tampoco es que los gobernadores chavistas gozan de la autonomía que la Constitución y las leyes les otorgan, tienen que comportarse como unos soldados que acatan las órdenes que se les ocurre a quienes mandan desde Miraflores.
Ahora le están dando una nueva vuelta de tuerca a la recentralización. En esto de concentrar el poder siguen avanzando. Ahora desde el Ministerio para la Salud su directora nacional de Recursos Humanos, Ana Sulbaran, y María Manzano, la adjunta, pasan por encima de los directores de salud de cada estado y hacen los nombramientos o cesan al funcionario que quieran, sin informar al respectivo director de Salud regional.
Esto -nos cuentan- ya ocurrió en Caracas, y eso que la directora Única de Salud, Morella Camacho, cuando fue nombrada fue presentada como “mujer aguerrida y revolucionaria”, cualidades que no le sirvieron para que fuera respetada desde el Ministerio de Salud. ¿Será que son de corrientes diferentes dentro del chavismo?