¿La estrella China?, por Felix Arellano
Autor: por Felix Arellano
La negociación es el camino, pero no es un camino fácil, recordemos la vieja expresión: “el camino al infierno está empedrado con buenas intenciones” y, en estos momentos, pareciera que en la península coreana reinan “las mejores intenciones”, pero ¿serán ciertas? La diplomacia geopolítica se encuentra fase de ebullición y creatividad. El mundo aún está impactado con el primer viaje al exterior del joven dictador de Corea del Norte Kim Jong-un, precisamente, al país benefactor, a China.
Desde el majestuoso Gran Palacio del Pueblo, en Beijín, las señales al mundo estaban cargadas de optimismo, Xi Jinping, como gran mediador, y Kim Jong-un dispuesto a negociar el preciado programa nuclear, pero a cambio de importantes concesiones, algunas de ellas, como la relativa a la presencia militar de Estados Unidos en la península, de gran interés para la hegemonía china.
En estos momentos brilla la estrella China, con un Jefe Estado totalmente fortalecido, sin límites ni controles luego del reciente Congreso del Partido Comunista; con una fortaleza económica y militar creciente, que le posiciona como la segunda gran potencia del mundo; incluso, preparándose para normalizar las relaciones con el Vaticano
La China de hoy es el resultado de cambios impresionantes, que van desde las hambrunas de Mao, a la visión estratégica de Deng Xiaoping, la China que se abrió al mercado y archivó el falso discurso de la lucha de clases, útil para controlar el poder, inútil para lograr crecimiento.
La estrategia China es la expansión y el liderazgo, la ruta de la seda es un proyecto emblemático. Las inversiones chinas abarcan el planeta, pero también avanza en el plano militar tradicional e incluso en la carrera de las armas hipersónicas. En sus planes de liderazgo mundial Corea del Norte se ha tornado un tema sensible. Existe un compromiso histórico y jurídico consagrado en el Tratado de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua suscrito en 1961; pero es fundamentalmente, el interés geopolítico chino de contralar su entorno, lo que mantiene la estrecha relación. Ahora bien, la insensata conducta del joven dictador, particularmente en el manejo del programa nuclear, ha complicado las relaciones.
China prefiere una península coreana controlada y desnuclearizada, por eso se sumó a la aplicación de sanciones crecientemente duras contra Pyongyang. Se estima que el gobierno chino ha llegado a reducir en un 90% las exportaciones de recursos energéticos a Corea Norte. En este contexto, para Kim Jong-un negociar es el camino y negociar con el total apoyo chino.
En estos momentos, la agenda diplomática se presenta intensa: otra cumbre de Jefes de Estado de las dos Corea el 27 de abril y múltiples conversaciones entre las cancillerías de los diversos países involucrados, particularmente Estados Unidos, Japón, China y las dos Coreas; para llegar en mayo a la gran cumbre entre Donald Trump y Kim Jong-un. Seguramente Rusia debe estar interesada en formar parte del espectáculo, para ver qué beneficios puede lograr.
Todo indica que la participación de China es fundamental, de hecho ha obligado la negociación, pero sus intereses hacen el escenario mucho más complejo para occidente. El gran objetivo chino reducir al minino o eliminar la presencia militar de Estados Unidos en la zona, para facilitar su agenda de control y expansión, es tema de gran preocupación para la mayoría de los vecinos de China por los problemas que genera su expansionismo.
En la lista de conflictos cabe destacar: las divergencias en el mar de china meridional por la delimitación de las islas Spratly, la construcción de islas artificiales y el control del mar con sus vecinos Vietnam, Indonesia, Malasia, Brunei, Filipinas y Taiwán; otro tema es el conflicto con Japón por la isla Senkaku y también con India en el océano indico y no debemos olvidar la persecución del budismo en lo que ha sido definido como el “genocidio cultural del Tíbet”.
Las perspectivas del ensayo de negociación en la península coreana se presentan intrincadas. Seguramente Corea del Norte espera una larga y lenta negociación, el falso show de “jugar a negociar” típico de los gobiernos autoritarios, para ganar tiempo a favor de su programa nuclear, pero tanto occidente, como China, con intereses diferentes, coinciden en aspirar una desnuclearización rápida y contundente, con muchos controles y supervisiones.
De tal forma que para lograr avances efectivos con Corea del Norte, se requiere de una previa y dura negociación entre Estados Unidos y, en ese contexto, el tema sensible de las tropas norteamericanas en la zona, no parece negociable para el talante de Donald Trump, ni resulta conveniente para la debilidad militar de Corea del Sur, ni de los demás países vecinos de China. La negociación es el camino, pero no a cualquier costo.