La hora de Insulza, por Simón Boccanegra
A Chacumbele también se le podría denominar el «rompregrupo», como decía una vieja cuña comercial venezolana. En una semana salió con la «idea» (así la llamó) de crear una OPEP paralela con Rusia y los que calificó de «otros gigantes petroleros».
Por supuesto que los rusos ni se dieron por enterados. Pero es curioso cómo el antiguo campeón de la OPEP ahora se siente incómodo en una organización donde finalmente descubrió que su voz resuena mucho menos que la de Arabia Saudita. La vanidad es una vaina muy seria. Unos pocos días después salió con lo de la reforma de la ONU no la del Consejo de Seguridad que está más que madura, sino la de toda la organización mundial.
Ahora anda diciendo que no va a acatar la decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre Leopoldo López. Insulza le dijo, en un tono poco usual en él, que el gobierno de Chávez no podía hacer otra cosa que respetar ese veredicto o, en caso contrario, abandonar la organización. Eso se cae de maduro, pero ese no es el punto y a Insulza hay que recordarle que Chávez va a desacatar la decisión y no va a salirse de la OEA. Porque ese es Chacumbele, de modo que el balón pasa a la cancha de la OEA. ¿Qué va a hacer la OEA si Chávez la irrespeta? Ese es el punto. Insulza no puede esperar que Chávez abandone voluntariamente la organización interamericana.
No lo hará. Es a ésta a la que le toca jugar. ¿Se va a hacer respetar o se va a dejar tocar la cara? Después de sus palabras, Insulza, quien dijo poco más o menos que Chávez no tenía opción: o sí o sí, ¿va a permanecer pasivo y silente si el Presidente hace lo que ya ha voceado urbi et orbi: que va a utilizar la deci- sión de la CIDH como papel higiénico, o va a asumir sus responsabilidades, al menos planteando el debate porque está claro que la decisión final no depende de él?
