La hora Jimmy, por Teodoro Petkoff
Carter creó ayer tanto para el gobierno como para la oposición la que hasta ahora luce como una oportunidad apropiada para comenzar a salir de este destructivo impasse en que se encuentra el país. Dejó sobre la mesa de negociación dos propuestas concretas, incluso bastante elaboradas en su trabajo de carpintería. Enmienda constitucional para reducir el período y abrir el camino a elecciones y/o referendum revocatorio con fecha fija. En un ambiente de reforzamiento de la misión de Gaviria, y de inminente entrada en acción del Grupo de Amigos, las ideas de Carter deberían conducir a que la negociación pueda adquirir nuevamente la primacía en el manejo de la crisis. Por su parte, después de conversar con Jimmy Carter, Chávez ratificó lo que desde hace una semana viene diciendo: está dispuesto a acatar el resultado de cualquier fórmula constitucional que implique un pronunciamiento popular. En la mesa de negociación habría que alcanzar prontamente las bases de un acuerdo que permita meterse rápidamente por el camino electoral. Logrado ese acuerdo se pondría fin al paro (cuyos objetivos de despejar la ruta electoral, en ese caso, podrían considerarse logrados). Además, no se puede continuar cultivando falsas expectativas. La gente tiene que saber que cualquier salida electoral toma unos meses. No hay soluciones instantáneas. Pero una vez establecido un horizonte electoral cierto, no hay duda que los niveles de conflictividad pueden ser paulatinamente reducidos.
Esto es necesarísimo porque la avalancha del desastre económico y social viene a aterradora velocidad. La suspensión del mercado cambiario por cinco días anuncia un inminente control de cambios. Para el gobierno (y para el país) esto no es sino correr la arruga. El control, además de la corrupción rampante que siempre arrastra, irá acompañado de un mercado negro de divisas, donde se establecerá el precio real del dólar, que marcará a la economía y potenciará la inflación. La decisión de liberar de aranceles a un conjunto grande de alimentos y otros productos, multiplicará los problemas del sector productivo nacional, ya suficientemente averiado, y el desempleo, que crece exponencialmente, no hará sino dar saltos de canguro. Este es el contexto en que se desenvolvería cualquier solución política. Por eso, precisamente, importa tanto que esta sea mínimamente acordada, de modo tal que su desenlace permita la reconciliación entre los venezolanos, para poder meterle el hombro juntos a un país que necesitará de todos. Ni el gobierno ni la oposición deben imaginar que lo que se nos viene encima puede ser enfrentado halando cada quién para su lado.