La hormiguita, por Aglaya Kinzbruner
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Tengo una hormiguita súper instalada, instaladísima, en mi celular. Tan pronto lo prendo en la mañana, y se manifiesta diciendo Hello, empieza a correr de aquí para allá y de allá para acá. No sé de qué vive ni como se alimenta. Solo sé que duerme por la noche igual que el celular y despierta en la mañana. Hasta que me llegó la iluminación como le pasó al Buda cuando se sentó bajo la higuera, el famoso árbol de Bodhi: la hormiguita es ¡una inmigrante ilegal! Como esos ilegales que tienen desesperada a Giorgia Meloni.
El 30 de enero de 2024, hace poco más de un año, a las 19:30 en Villa Bellini, el parque público más grande de Catania, Sicilia, siete zagaletones egipcios atacaron una niña de 13 años que paseaba en el parque con su noviecito de 17. Los acecharon y, mientras unos tenían inmovilizado al joven, otros a la niña, dos la violaron repetidas veces. Cuando por fin ella logró soltarse, corrió hacia la salida del parque a la avenida principal de la ciudad, sollozando y cayó al pavimento destrozada. La avenida estaba llena de gente, turistas y gente del lugar. La atendieron enseguida, unos llamaron a los carabineros, otros a una ambulancia que la llevó de inmediato al hospital.
Luego de la atención a la joven, los análisis forenses y el ADN que pudieron recabar de su ropa llevaron a la localización de los jóvenes que vivían juntos en la misma casa. La niña los reconoció enseguida. A los menores de edad los acusa un fiscal especial y otro a los mayores. Tanto se preocupó la señora Meloni que tomó un avión y se dirigió a Catania para ver cómo estaba la niña. Tenía tiempo ella tratando de atajar la inmigración ilegal ya que esos eran los jóvenes, algunos menores de edad y otros apenas pasados los 21. Ella había manifestado con pesar que las violaciones son poco frecuentes en Italia. ¡Y ahora eso!
Los países que presentan más casos de violaciones son la India, Afganistán la República del Congo, Sudáfrica y llegando al décimo lugar Estados Unidos, el primer país occidental de la lista.
En Europa hay altos índices de violaciones en Suecia y Finlandia que nos habían vendido como ¡el país más feliz del mundo!
Volviendo a la inmigración ilegal, pensamos que es un delito meterse por la fuerza en otro país, aunque muchos no lo vean así, obviando sus leyes y requerimientos legales. También está muy mal colaborar de alguna forma con esta conducta mediante triquiñuelas como la elaboración de papeles falsos, cédulas, pasaportes, licencias de manejar, etc.
El problema es que tanto abuso tiende a llevar al público a pensar que estas cosas pasan siempre y en cualquier sitio o lugar. Si alguien roba entonces es porque todos roban, si alguien miente es porque todos son mentirosos. Y todo esto se vuelve normal. Si alguien es ilegal es porque todos lo somos. Y quizás sea cierto, quizás todos somos ilegales. Con respecto a los siete egipcios ahora presos en Sicilia uno se pregunta ¿Qué esperaban? ¿Qué sueños tan ilusos tenían? Y no deja uno de sentir cierta lástima.
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En Italia y parece que en Francia es igual o parecido, hay hasta los 24 años un elevado desempleo del 20%. Es proverbial el problema del primer trabajo porque nadie quiere entrenar a los jóvenes, ¡como si la gente naciera «sabida»! Después de los 24 el desempleo baja a algo más aceptable como un 6 o 7%. Sin embargo después de un comienzo tan desastroso, una detención con pena de cárcel, un buen trabajo se vuelve algo casi imposible de obtener. ¿Quién querría un empleado con antecedentes penales?
Por eso la hormiguita da tantas vueltas sin encontrar sosiego.
Aglaya Kinzbruner es narradora y cronista venezolana.
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