La humillación como método, por Simón Boccanegra
La ofensiva contra los trabajadores del Estado que, con todo derecho, firmaron para el RR, se mantiene a un ritmo endiablado. La Doctrina Capella está en plena vigencia. Por ahí circuló la especie de que Chávez dizque se había enfurecido con su ministro de Salud por haber dicho que se debía y podía despedir a los firmantes. La furia, en verdad, se debió a que Capella reveló el plan y no porque había dicho un desatino. Pero la guillotina está en pleno funcionamiento. En la Escuela Naval anunciaron para hoy el despido de veinte docentes que cometieron el horrible delito de lesa majestad que fue el de haber solicitado la convocatoria de un RR para el presidente de la República. Habría sido el mismísimo ministro de la Defensa quien comunicó la decisión a las autoridades de ese instituto. Por todas partes, listas de Tascón en mano, andan diciéndole a quienes aparecen en ellas que retiren sus firmas o a partir del 1º de junio pasen a buscar su liquidación. Cada vez que uno oye de estos abusos no puede dejar de preguntarse, aunque sea ya por no dejar, qué será de la vida de alguna gente que se construyó una reputación de defensores de los derechos humanos en otros tiempos.