La ineficiencia según Chacumbele, por Simón Boccanegra
Los diputados del PSUV están tan preocupados por la suerte y salud de su jefe y amo que de no haber sido por los parlamentarios de la oposición, el sábado no habría habido quórum para aprobar el permiso de salida de Chávez para Cuba. Si la oposición no hubiera tenido la decencia de hacerse presente, el gobierno no habría contado con los votos para evacuar ese trámite. Por supuesto, a este minicronista le cabe poca duda de que a Chávez eso le habría importado un rábano. Igual se habría ido y ya se las habrían arreglado para hacerle llegar un permiso chimbo, aprobado cualquier otro día, pero con fecha atrasada.
Chávez tiene loca de bola a su gente y sus gonfaloneros andan como almas perdidas, pero que el desconcierto haya llegado al punto de ni siquiera presentarse al Parlamento para cumplir su deber con el jefe revela que la procesión no sólo va por dentro sino que ya está cogiendo la calle. Ya hasta el miedo se debilita. Para despedirse, el capo se hizo entrevistar por José Vicente Rangel y preguntado por los desaciertos de su gobierno citó entre ellos la «falta de eficiencia» de la administración pública, lo cual «ha puesto en peligro las políticas de su gobierno». Esa ineficiencia es tan inocultable, tan prominente, que ya ni el mismísimo Chávez puede hacerse el loco ante ella. Al entrevistador, Rangel, no se le ocurrió (y si se le ocurrió ni de vaina le iba a hacer esa pregunta) demandarle quién le da el garrote a los ciegos que «ponen peligro» la magna obra chacumbeliana. Porque todos esos «ineficientes» han sido nombrados precisamente por él y, lo que es más grave, cuando no dan la talla en algún lado, los pasa para otro. Pero ahí siguen. El stock de inútiles se está agotando.