La justicia revolucionaria, por Simón Boccanegra

Hoy se cumple un año de la arriesgada y corajuda operación que una organización revolucionaria llevó a cabo contra un grupo varias veces superior en número, fuertemente armado, camuflajeado de periodistas de Últimas Noticias, que tuvo la osadía de pasar por el frente de Ávila TV, aún a sabiendas de que ese es territorio sagrado de la revolución, que no puede ser hollado por la planta insolente del escualidismo. Como es lógico, a pesar de que los dolientes de los seudoperiodistas tuvieron el tupé de pedir que actuara la justicia, insistiendo en que habían sido atacados a mansalva, la Fiscalía, en manos de ese monumento a la imparcialidad que es Doña Luisa Ortega, actuando como corresponde a una verdadera revolucionaria, se negó a complacer tan aberrante solicitud, salvaguardando con ello la libertad y los derechos de unos jóvenes que no habían hecho otra cosa que defender el honor de la revolución, a riesgo de sus vidas, frente a un enemigo superior en número y en armas. Esa conducta de la Fiscalía es tan honorable como la garantía que ha dado a la inmarcesible revolucionaria Lina Ron, cuyo derecho a defender la revolución mediante una operación comando contra Globovisión, también ha sido protegido por Doña Luisa, quien, como es natural, se niega a aceptar como válidos los argumentos con los cuales la contrarrevolución acusa a la gran comandante Lina Ron de haber provocado daños físicos y heridos con su peligrosa operación. Sólo escuálidos encallecidos y conchudos pueden negar que en este país la justicia está en manos seguras y pulcras. La mejor demostración es que la jueza Afiuni sigue presa, como otro ejemplo de la rectitud de la justicia revolucionaria.