La ley del embudo, por Simón Boccanegra
Bueno, parece que la ONU no ha sido realmente una baja, como dijera el editorial de ayer. Sí ha habido actuaciones del Consejo de Seguridad. En todo caso, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, dijo algo que va en el sentido de lo que ayer escribimos: «La ONU es el foro natural para armar una coalición contra el terrorismo, porque le daría legitimidad global». De eso se trata. Pero si la ONU no ha muerto, lo que sí revivió fue el TIAR. El tratado interamericano de defensa. Después de la guerra de las Malvinas parecía difunto porque la única vez que debió ser aplicado, su socio principal se cuadró con la potencia extracontinental contra un país del hemisferio, cuando se suponía que debía ser al revés. Desde entonces no se había vuelto a oír de esa vetusta reliquia de la guerra fría. De hecho, pocos días antes del 11S, Fox propuso tirar al pipote de la basura el inefable TIAR y sustituirlo por algo ajustado a los nuevos tiempos. Hete aquí, sin embargo, que la OEA le ha quitado las telarañas y lo ha reivindicado como instrumento en la lucha contra el terrorismo. Es lo que llaman la ley del embudo.