La mamadera de gallo de Raúl Castro, por Simón Boccanegra

No me explico como es que los medios en este país, incluyendo a TalCual, no registramos el fenomenal diálogo de Raúl Castro con los periodistas en Managua, cuando terminó la reunión. Este minicronista quiere echar el cuento, advirtiendo, como Guillermo Cabrera Infante, en «Tres Tristes Tigres», a propósito de los diálogos de su novela, que las frases de Raúl hay que leerlas en voz alta, con el cantaito cubano, para que no se pierda el sabor. La escena en TV muestra a Raúl caminando junto a Chacumbele, diciéndole: «Bueno, Hugo, yo me voy, porque yo no tengo paciencia para oír esos discursos tuyos tan largos». Bromeando, agregó: «Bueno, mi hemano tampoco. Él pone la radio bajita cuando tú estas hablando y sigue trabajando». Siguió en la misma tónica: «La vedá es que yo tampoco tenía mucha paciencia para los de mi hemano. Al día siguiente me pasaban un resumen y así yo sabía qué había dicho». En ese momento, un periodista dirige una pregunta a Raúl sobre el golpe en Honduras. Raúl, ríe y señalando a Chávez dice: «Aquí el que sabe de golpes es Chávez». Apuntándole con el dedo le añade: «Tú diste uno, Hugo» e inmediatamente completó, risueñamente, «Bueno, a ti también te dieron uno». Debo decir que yo siempre tuve la impresión de que Raúl, en la reunión, tenía una cara como de pena. No me extrañaría, porque Raúl es un hombre serio y debía estarse preguntando que hacía él (designado como heredero por un tipo que hace cincuenta años preguntó «¿Elecciones para qué?» y se quedó con el coroto para siempre), en un convite donde un par de fariseos como Chacumbele y Ortega declamaban, con rostros de circunstancias, endechas de amor a la democracia.