La maravillosa Iris, por Simón Boccanegra
Si no se le presta mucha atención a la “maravillosa idea” (Chávez dixit) de Iris Varela, de llevarse las sesiones del parlamento para los barrios populares, podría desestimársela como una tontería o como un ataque de mal de rabia.
Pero “Fosforito” dijo algo más: “allí podremos aprobar leyes sin el estorbo de la oposición”. Estamos, pues, ante un concepto político y no ante un chorro de bilis mal administrado.
Un peligroso concepto político: la oposición es un estorbo. Igual pensaban Pérez Jiménez y Gómez, también Pinochet y Fidel Castro. Si algo es incompatible con una dictadura es la existencia de oposición política legítima y legal. Para las dictaduras la oposición es un estorbo y precisamente por eso la suprimen. La idea de Iris es más sofisticada: no ilegalizarían la oposición parlamentaria pero impedirían su asistencia a las sesiones en los barrios con las mismas bandas de atorrantes que han tratado de alcanzar el mismo objetivo en el Capitolio. La octavita del carnaval como que dejó enratonada a la comandanta Iris.