La matanza, por Simón Boccanegra
El último acto de la breve carrera política de Hugo Chávez fue trágico. La matanza de Miraflores pasará a la historia como la matanza de Tlatelolco, en el México de 1968. Montada con la misma fría y cruel premeditación de ésta, fue la emboscada contra la colosal manifestación que había arrancado del Parque del Este. Una marcha festiva, a la cual la gente asistió casi como a un picnic, en grupos familiares que incluían hasta a los niños, fue inmisericordemente abaleada por tiradores de élite. La mayor parte de los muertos tenía un solo balazo, en la cabeza.
Nuestro compañero Jonathan Freitas salvó la vida por un milagro. La bala que buscaba arrebatársela, después de atravesarle el antebrazo izquierdo, se incrustó en el celular que cargaba sobre el corazón. La punta del plomo apenas si le produjo un hematoma en el pecho. Jonathan es fotógrafo. Murió otro también reportero gráfico, Jorge Tortoza, de 2001. Fueron las últimas víctimas de la irracional campaña de Chávez contra los medios. Fácilmente identificables por las cámaras que portaban, los francotiradores mataron a Tortoza de un tiro en la frente y a Jonathan le apuntaron al corazón.
Fue el odio quien haló el gatillo.