La memoria del error, por Valentina Rodríguez

X: @valenntinus
Uno de los recuerdos más vívidos de mi infancia fue la vez que mi maestra de kinder borró de mi cuaderno una tarea porque «no era lo que me estaban pidiendo». La asignación era dibujar tres flores y yo dibujé una mujer vestida de novia que sostenía en sus manos tres flores, un buqué de tres flores.
Hace unos días volví a ese recuerdo –y a otros tantos más– al visitar La memoria del error, segunda individual en Caracas del artista Joaquín Salim (Caracas, 1987), que presenta la Cerquone Gallery. La exhibición está conformada por más de una decena de piezas: pinturas, collages y readymades, en los que aborda el error, el fracaso y la imperfección.
«A través de una narrativa que entrelaza la norma y la rebelión, se exploran las cicatrices y las marcas de batalla que deja la infancia y la adolescencia (…) Los años escolares de Salim en Caracas, se convierten en el telón de fondo emocional, donde los dibujos prohibidos y las intervenciones secretas revelan un sistema que a menudo limita la creatividad”, explica el texto de sala.
En La memoria del error hay cuatro cuerpos de trabajo: la serie Fuera de servicio; las Brochas; los carteles; y las pinturas. Enganchada en el tema del error y el fracaso, me detuve en las Brochas y las pinturas.
Las pinturas son cuatro cuadros de formato medio, cada uno tiene un número: 01, 03, 05 y 17; «las calificaciones que alguna vez fueron marcas de frustración o fracaso» para el artista ahora convertidas en «lienzos de sanación», en números-episodios «resignificados». Estas piezas me hicieron emprender un viaje por la historia de mis calificaciones: los números poco me han acompañado. He conseguido las cifras necesarias para estudios, tareas o cargos que no he buscado. Recientemente, mis números no me ayudaron a conservar mi trabajo. Espero algún día «resignificarlos».
*Lea también: Libres de Picasso, por Valentina Rodríguez
Mientras que las Brochas son unos readymade fantásticos. Más de una decena de brochas de 3’’, intervenidas con frases, símbolos y números; dispuestas en tres paredes, ordenadas en cuatro filas, cada grupo; «Marcadas por el uso y luego transformadas por el artista, estas piezas encapsulan la catarsis que acompaña su trabajo, reivindicando el error como parte esencial del acto de crear».
De las más de 30 brochas, me quedé con dos: la Band Aid y la What I like. En momentos de reinvención son las mejores para crear y seguir.
El error, el fracaso y la imperfección son parte de la vida, la historia del arte ha estado plagada de «benditos» errores, fracasos e imperfecciones: los artistas han sido de los primeros en aprovechar estas «oportunidades», en entender que hay que dibujar sobre la raya y transformarla.
Valentina Rodríguez es licenciada en comunicación social y magíster en arte contemporáneo.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo