La milicia de Chávez, por Teodoro Petkoff
La reciente reforma de la Ley Orgánica de la FAN (Lofan) está dirigida a remachar la condición de la Milicia Nacional Bolivariana como un quinto componente orgánico de la institución armada. De una supuesta organización relativamente laxa, encuadrada y dirigida por oficiales del Ejército, que recibía entrenamiento militar los fines de semana y se la utilizaba en funciones de cooperación con otros componentes de la FAN, pasa a ser una organización vertical, con su propia oficialidad, directamente dependiente del Presidente de la República, también poseedor del grado militar de Comandante en Jefe de la FAN.
En la anterior reforma de la Lofan, se creaban tres líneas de mando: una a través del Minpopodefensa, otra a través del Comando Estratégico Operacional y una tercera de la Milicia directamente con el presidente-comandante en jefe.
Posteriormente, sin ruido, discretamente, la Milicia fue colocada bajo el mando del Minpopodefensa, como han estado siempre los otros cuatro componentes (Ejército, Marina, Aviación y Guardia Nacional).
Pareció un logro del institucionalismo militar que revertía así la situación creada por esa tercera línea de mando, que establecía la autonomía relativa de la Milicia respecto de la estructura orgánica tradicional de la FAN.
Sin embargo, la reforma reciente restablece el criterio original. El Minpopodefensa queda como el «máximo órgano administrativo» de la FAN, o sea el que paga sueldos; el CEO asume la asesoría del comandante en jefe «sobre el empleo operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana», supervisando y aprobando «los planes operacionales para la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional», con lo cual parece establecerse un cierto solapamiento entre las funciones del Minpopodefensa y el CEO, porque el primero también tiene a su cargo «la formulación, adopción, seguimiento y evaluación de las políticas, estrategias, planes, programas y proyectos del Sector Defensa». Esto contiene el embrión de futuros desencuentros entre ambos organismos de comando militar.
Pero, adicionalmente, la Milicia reasume su condición de componente autónomo respecto del Minpopodefensa y vuelve a quedar colocada bajo el mando directo del presidente-comandante en jefe. Se ratifica, pues, la existencia de tres líneas de mando, que rompen la unicidad del mando castrense, estableciendo una división de facto en la conducción de la institución.
Lo más grave es que ha sido creado un componente militar «privado», propio del Presidente, quien lo conduce directamente sin la participación institucional del órgano de mediación por excelencia entre el Presidente y la Fuerza Armada, que es el Ministerio de la Defensa. La Milicia ya no es un cuerpo de fines de semana sino un componente orgánico, con armamento propio permanente, oficialidad surgida de su seno, con estructura jerárquica y vertical, directamente dependiente del presidente-comandante en jefe. Las implicaciones de este hecho no pueden pasar desapercibidas para nadie.