La muerte, por Walter Boza
Palabra compleja, de múltiples acepciones, de variadas interpretaciones y aproximaciones, pero todas coinciden en que es el fin de la vida, su discontinuidad, su ruptura.
Para algunos sectores radicales escépticos, la muerte es lo único verdaderamente importante en la vida, porque es su negación.
Casi todas las religiones le dan un significado de vida a la muerte, es decir que la vida continua pero en otra dimensión. Para la iglesia católica la muerte es el inicio de la vida eterna, para los musulmanes con variantes, es lo mismo hay vida después de la muerte. Los hinduistas, religión que abarca a más de 600 millones de personas, creen en la reencarnación, es decir que también asumen la muerte como una continuidad de la vida.
En la filosofía, desde los clásicos griegos hasta las corrientes más contemporáneas, el tema de la vida y de la muerte es en el fondo el tema central de todas.
En la literatura, la muerte ocupa un lugar, prominente, desde Don Quijote de la Mancha, las obras de Shakespeare pasando por unos innumerables autores, hasta nuestros días, la muerte es expresada de múltiples formas y expresiones.
En la pintura también la muerte hace acto de presencia, desde mi infancia el Guernica de Pablo Picasso es la obra que más me ha impresionado, donde plasma magistralmente el horror de la muerte causada por un bombardeo nazi a una población civil e indefensa. En la música los réquiems son una muestra patente de ello.
La vida es una constante pugna contra la muerte, como lo diría el padre del psicoanálisis Simón Freud, es la lucha entre la pulsión de la vida y la pulsión de la muerte, entre Eros y Tanatos.
Los esfuerzos de la ciencia han sido para mejorar la calidad de vida, prolongar la vida, retardar la muerte; desde los avances de la ciencia médica y todas las ciencias en general han sido para la vida, aunque hay que reconocer que las armas químicas, nucleares y bacteriológicas, le rinden tributo a la muerte.
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Pero lo cierto es que la muerte está asociada al dolor, a la tristeza, a la ausencia permanente y definitiva, a la desolación; y el proceso civilizatorio de la humanidad ha buscando incansablemente –y a medias conseguido –, que la vida sea cada vez más soportable, más digna, en definitiva mejor.
La historia en el fondo, es la lucha por mejorar la vida, por mejorar las condiciones de la vida, del ser humano. Es la lucha por la vida.
Hoy Venezuela esta herida de muerte, en las calles de sus ciudades y sus pueblos desolados y tristes, la muerte está ganando la batalla, la muerte por hambre, por enfermedades curables y erradicadas como la tuberculosis y paludismo, la muerte violenta por asesinatos del hampa desbordada o por ajusticiamiento de las diversas policías, la muerte por tristeza que la culmina con un número alarmante de suicidios, o la de nuestros abuelos sin protección social de ningún tipo, esperado tristemente, cuando y como les llega la muerte, o la muerte en vida de centenares de miles de venezolanos que se han quedado sin padres que deambulan por las calles tambaleantes, con la mirada al vacío y sin destino hurgando la basura para conseguir algo que comer. O el dolor de los presos políticos civiles y militares, hacinados, torturados, incomunicados y sus familiares esperando con horror la noticia de sus muertes.
Hoy el dolor y la muerte enlutan nuestra patria.
Hasta ahora la muerte le está ganado la batalla a la vida; el dolor y el sufrimiento están derrotando a la plenitud y a la sonrisa, la tristeza predomina sobre la alegría y el odio de unos cuantos miserables arrinconan el amor de millones de venezolanos que claman por una vida mejor.
La agonía de no tener agua, luz, gasolina, dinero y comida es un paso previo hacia la muerte.
La dolorosa y terrible sensación de no tener futuro, la incertidumbre, de que todo apunta a que cada día que pase empeorará su vida, también es un paso previó hacia la muerte.
La muerte en vida de lo que han perdido la esperanza, esos son millones, pero que no se resignan, ni se adaptan, y solo esperan dar el paso decisivo para derrotar la muerte y que la vida gane la batalla.
Jorge Amado extraordinario escritor brasileño, en una de sus últimas entrevistas dijo algo así, palabras más palabras menos, ¨Tengo un cementerio particular, es una fosa común, donde no hay ornamento ni flores, allí entierro a los viles, a los canallas, a los traidores; a veces me tropiezo con uno de ellos y hasta le sonrió, ellos dirán este es un viejo pendejo, lo que no saben es que están muertos y enterrados¨.
También la muerte en vida de los que han traicionado a su pueblo y a su país, que por su ambición patológica de poder, les han vendido su alma al diablo, y han cometido todo tipo de desmanes y de crímenes, que alguna vez tuvieron apoyo popular y que hoy son rechazados y repudiados por millones, esos están sin vida, algunos lo saben y no hayan que hacer, a otros no les importa, son los peores, y otros continúan autoengañándose e intentando engañar al ciudadano con triquiñuelas y mentiras.
Venezuela esta herida de muerte, pero no se resigna, sigue luchando por la vida y seguramente derrotara a los constructores de la muerte, pero si lograrán asesinarla, resucitará al tercer día como Jesús con una formidable e incontrolable fuerza, se recuperará e iluminará de nuevo a sus hijos y a todos los hijos del continente.
Allí nos reencontraremos todos de nuevo alegres llenos de futuro y esperanzas construyendo la nueva democracia escuchando Alma Llanera o el himno de la alegría de Beethoven y exclamaremos con todas las fuerzas que ¡¡¡nos salgan del alma!!!
¡¡VIVA EL AMOR , VIVA LA VIDA!!