La mutilación genital femenina, por Gisela Ortega
La mutilación genital femenina no es una leyenda. Nadie sabe con seguridad cuándo y cómo empezó esta práctica. Se cree que se lleva realizando desde hace 4.000 años. Según informes de Naciones Unidas, se realiza en veintiocho países africanos y se calcula que más de 130 millones de niñas y mujeres en África han padecido alguna clase de mutilación genital. La amputación genital femenina tiene lugar sobre todo en países que ocupan una franja que va del Senegal en África occidental hasta Somalia en África oriental y el Yemen en Oriente Medio. Sin embargo, también se práctica en algunas partes de Asia sudoriental. Según informes provenientes de Europa, América del Norte y Australia, la práctica se realiza también en las comunidades inmigrantes de esas regiones.
La mutilación/escisión genital de la mujer es un procedimiento quirúrgico que implica la eliminación parcial o total de los órganos genitales externos de las mujeres, u otras lesiones al aparato genital, por razones culturales o de otra índole que no se relacionan con necesidades médicas. Esta situación, incrementa la desigualdad que sufren las jóvenes y mujeres y constituye una violación de sus derechos humanos universalmente aceptados, entre ellos el derecho a la integración física y a los niveles más altos posibles de salud física y mental.
En muchas sociedades existen una serie de hábitos tradicionales que implican un cierto grado de violencia física o mental, y que pueden ser perjudiciales para la salud de los niños. La Convención sobre los Derechos del Niño, exige claramente una revisión de estas prácticas. No obstante, profundizar en costumbres que tienen raíces religiosas o culturales o de ambos tipos, y que pueden ayudar en sí mismas construir la identidad cultural de los niños y los adultos que pertenecen a ese grupo, requiere una gran sensibilidad…
.A menudo, intentan justificar la existencia de estos hábitos en función de la identidad cultural o la religión. Los riesgos para la salud de algunos métodos que implican la invasión de la integrad del cuerpo como por ejemplo la extendida circuncisión del varón, son enormes, especialmente si las realizan personas sin experiencia sanitarias sin condiciones higiénicas. Además, la falta de una anestesia adecuada incrementa el sufrimiento del niño.
Las prácticas perniciosas y lesivas son condenadas por muchos tratados internacionales. Entre ellos, la Convención sobre los Derechos del Niño -1989-, la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer, -1979-, la Carta Africana sobre los Derechos y Bienestar del Niño,-1990-. El asunto de la mutilación/escisión genital de la mujer se trata específicamente en la Resolución 56/128 de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre las prácticas tradicionales o frecuentes que afectan a la salud de la mujer y la niña, -2001-, y en el Protocolo sobre los derechos de las mujeres en África, o Protocolo de Maputo, 2003-.
Las complicaciones ginecológicas que provoca la práctica pueden adquirir especial gravedad durante y después del alumbramiento, y entre ellas figura la fístula. También puede aumentar la susceptibilidad a la infección por VIH. El dolor de la operación suele provocar estados de choque y traumas prolongados y las hemorragias e infecciones pueden ser mortales.
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Las relaciones sexuales pueden convertirse en un calvario y en todo jamás placenteras; en casos extremos la ablación tiene como consecuencia la incapacidad de gestar.
Entre las providencias eficaces que pueden tomar los gobiernos para alentar el abandono de la práctica figuran la ratificación de las convenciones internacionales pertinentes, la elaboración de normas jurídicas que prohíban la práctica y el respaldo a las asignaciones presupuestarias adecuadas. Esas disposiciones pueden complementarse mediante planes nacionales de desarrollo, programas para la eliminación de la pobreza y otras prevenciones gubernamentales.
Es necesario aprobar y poner en práctica leyes que prohíban la mutilación/escisión genital de la mujer y castiguen a quienes la practiquen. Esas medidas resultaran más eficaces si se toman en el marco de una campaña integral de concienciación en la que participen las escuelas y comunidades
Las niñas amenazadas por la amputación por lo general no pueden evitar o rechazar la operación. Sin embargo, la educación y el conocimiento de soluciones alternativas puede ayudarlas a tratar el tema de manera más abierta y franca con sus familiares, a resistir las presiones sociales y a protegerse a sí mismas y a sus hermanas e hijas.
Debido a que la prevalencia de este uso guarda estrecha relación con los vínculos étnicos y se perpetúa en las colectividades de carácter endogámico -cuyos miembros tienden a casarse entre ellos-, resulta fundamental coordinar las labores que se llevan a cabo en las agrupaciones de esas características. Es necesario fortalecer y apoyar las organizaciones gubernamentales y basadas en la comunidad que se dedican a la protección de los derechos humanos y la dignidad de la persona, ya que desempeñan una función importante con respecto al abandono de la práctica.
La mutilación/escisión genital de la mujer constituye una violación de la integridad física y psicosexual de las niñas y mujeres y una inherente contradicción de los principios de igualdad de género.