PSUV: la noche de los cuchillos largos, por Simón Boccanegra

Salvo interpretación con mayor conocimiento de causa, la elección de la directiva del PSUV confirma las previsiones de este minicronista. Chávez se ha fabricado un traje partidista a la medida. Ha creado un aparato cuya finalidad no es la de discutir políticas y conductas sino la de legitimar las decisiones del caudillo. De algún modo fue una suerte de «noche de los cuchillos largos». Los extremos, por la derecha y por la izquierda, fueron trasquilados. De ellos sobreviven algunas muestras estadísticas, tal Diosdado Cabello, el coronel Roehm de toda esta farsa, a quien le quedó el consuelo de una suplencia. Juan Barreto se evaporó en la nada. El gran vencedor de la convención del MVR donde plancharon al coronel Dávila, fue pasado a retiro sin honores ni fanfarria. Los «héroes» de la revolución, los del 4F y el 27N, están en el insaciable estómago de la «revolución», que se come a sus hijos. Lina Ron y otros «duros», de ahora en adelante que se las arreglen como puedan. Chávez no quiere polémicas internas ni contestatarios, del signo que sean. Se las arregló, pues, para colocar fichas absolutamente fieles, yes men y yes women. Toda gente dispuesta a ir detrás del baquiano, así éste los lleve a un barranco. La medida de lo que es y será ese partido la da la circunstancia de que su vocero principal, en la práctica, por encima de otras figuras más consistentes, será ese delincuente mediático que es Mario Silva.