La OEA rectifica, por Simón Boccanegra
Tal como era bastante previsible, la OEA dejó sin efecto su decisión de 1962 de expulsar a Cuba del organismo. Como este minicronista lo señaló hace pocas semanas, esa decisión del 62 es un anacronismo político ya insostenible y el espíritu de los tiempos en el continente (incluyendo a Estados Unidos) es hoy muy distinto al de aquellos años de la Guerra Fría, de modo que la anulación de aquella decisión no era particularmente polémica.
No sólo gobiernos de izquierda (democrática o borbónica), sino aquellos que no se definen en esos términos, venían abogando por poner fin a la exclusión de Cuba. De modo que con la siempre habilidosa intervención de Brasil, pudieron conciliarse las posiciones extremas y sacar una resolución consensual, votada por todos los gobiernos. Sin embargo, la decisión de la OEA dejó una horca caudina por debajo de la cual tendría que pasar Cuba si optara por volver a su sillón en el organismo: definir su actitud respecto de la Carta Democrática. Pero ya eso es cosa del futuro y tendrá mucho que ver con la postura del gobierno cubano. Por ahora, la Asamblea de la OEA deja contentos a todos. Los gobiernos de izquierda democrática pueden hacerle una picada de ojos a su base más radical, sin costo alguno, y los gobiernos no izquierdistas pueden ganar indulgencias ante su gente, también sin costo alguno, porque ya hoy, aparte de algunos dinosaurios, nadie en América Latina y el Caribe entendía las razones para mantener a Cuba en el degredo. La decisión no comporta juicio de valor alguno sobre el régimen cubano. Pero, si este decidiera regresar, es evidente que estaría sometido a un escrutinio interamericano, el cual, hasta ahora, no ha sido posible. Los organismos multilaterales no pueden ponerse muy rígidos en cuanto a las reglas para pertenecer a ellos, porque la política tiende a ser volátil y cambiante. Hoy, que en el continente privan las democracias, mejor es tener a Cuba dentro que fuera del corral interamericano. Ahora, ¿volverá Cuba? Démosle tiempo al tiempo. Apuesto que a pesar de toda la paja que escribe Fidel, no pasará mucho tiempo sin que retorne.