La Onidex da ASCO, por Teodoro Petkoff
Con el de hoy son dos los reportajes de Pedro Pablo Peñaloza publicados sobre los abusos que sufren las personas que acuden a la Onidex en busca de un pasaporte. Colas de 48 y 72 horas deben hacer ciudadanos venidos de toda Venezuela para acceder a las oficinas de Onidex en Caracas donde se emite ese documento.
La gente duerme en el sitio y ha nacido una nueva forma de rebusque por parte de personas que se “alquilan” para ocupar el puesto en la fila, mientras el “propietario” atiende otros asuntos. Mucha gente trae colchonetas o cartones para improvisar el lecho donde pasaran la noche. Muchos se vienen con sillas plegables para darle a la paciencia un reposo mientras las horas pasan lentamente.
Es el cuadro de una república bananera. En un área tan sensible como la de la identificación, vinculada a la seguridad de la nación, es difícil imaginar una suma mayor de incompetencia. La gente que maneja la Onidex no sólo no ha logrado eliminar las corruptelas tradicionales, que permiten al que paga alcanzar rápidamente su objetivo, sino que ha empeorado toda la trama burocrática hasta el punto de hacerla tan lenta que las funciones que le son propias se cumplen más precariamente que nunca antes. Las colas enormes y lentas son la mejor evidencia.
La explicación de esta desidia la buscan los funcionarios de la revolución en “el gobierno anterior”.
Pero después de seis años (uno más de lo que duraban los gobiernos anteriores), ya el de Chávez es el “gobierno anterior”.
En estos días leimos una entrevista con una de las cinco viceministras del Ministerio de Relaciones Exteriores, Delsy Rodríguez, funcionaria nueva y por tanto tan ruidosa como un carro viejo y un diputado nuevo. Delsy descubrió que la chamba que le dieron es un “cascarón vacío, una especie de notaria a través de la cual el Estado venezolano daba fe de la entrega de su soberanía”. Si el MRE es eso que Rodríguez describe, su alusión a la Cuarta es impertinente.
Seis años de revolución han hecho desfilar por ese despacho a José Vicente Rangel, al coronel Luis Alfonso Dávila, a Roy Chaderton y a Jesús Pérez. El general Arévalo Méndez ha sido viceministro de todos ellos. Si Delsy tiene razón, es entonces a la “revolución bonita” a la cual hay que pasarle la factura. Como hay que pasársela por la Onidex. Seis años después no pueden continuar cortándonos con ese cuchillo de palo del “gobierno anterior”. Por allí han pasado varios directores “revolucionarios” y ahora está un tal Cabeza. Pues a este Cabeza como que le sale el mismo destino de su tocayo que estuvo en el Centro Simón Bolívar y de donde salió como corcho de limonada y no precisamente para premiar su eficiencia. La Misión Identidad, mediante la cual fueron cedulados millones de venezolanos y extranjeros (incluyendo a Granda) es un sistema paralelo a la Onidex, porque esta dependencia no habría podido realizar esa operación con la rapidez que se exigía. Para sus propósitos políticoelectorales el gobierno se vuelve eficiente porque los cubanos le meten la mano. Pero para la rutina administrativa los “revolucionarios” se ahogan en un vaso de agua, patalean en el fango de su incapacidad y sólo son expeditivos a la hora de cobrar el “cuánto hay pa’ eso”. Nos conformaríamos con que la Onidex funcionara tan mal como en la Cuarta República.