La osadía del diputado Gallo, por Gregorio Salazar
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Que una voz en el parlamento venezolano de hoy discrepe, disienta, se aleje de los dictados que vienen de la altísima majestad del presídium se constituye en un verdadero acontecimiento. Para decirlo en términos reporteriles: que alguien simplemente se atreva a ofrecer una visión siquiera más amplia o justa de aquella que la presidencia de la AN baje en línea perpendicular e inobjetable sobre las conciencias de los diputados de cualquier fracción partidaria «es noticia».
Incluso noticia internacional, como le ocurrió esta semana al diputado Bruno Gallo (AP), quien al momento de someterse a aprobación un acuerdo de duelo por la muerte accidental del presidente de Irán, Ebrahim Raisi, quiso dejar su homenaje de solidaridad con las mujeres de ese país que han padecido discriminación y represión –en tiempos del propio Raisi– hasta la más extrema crueldad, que es decir la muerte.
«Un homenaje de solidaridad», dijo Gallo, «con las mujeres que no se tapan la cabeza, que no bajan la mirada, que quieren estudiar, que quieren ser iguales». Más clara no podía ser la alusión a las martirizadas mujeres iraníes, entre las cuales sobresale la joven heroína Mahsa Amini, apaleada por agentes policiales hasta provocarle la muerte por no llevar adecuadamente cubierto el pelo como lo obligan una legislación teocrática, primitiva y anacrónica.
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Las palabras de Gallo, quien a las pocas horas era entrevistado por medios internacionales, no solamente homenajeaban a las mujeres iraníes, sino por extensión a las que en cualquier parte del mundo padecen un trato desigual, discriminatorio, no cónsono con su condición de ser humano al que le corresponden los mismos derechos que a los hombres. Téngase en cuenta de que si de algo se ha jactado el régimen venezolano es de ser adalides de la igualdad de la mujer, luego las palabras de Gallo no debían sonarles a herejías.
Pero pareció que sí por la airada reacción del presidente de la AN, quien se dio el lujo de regañar a Gallo por su intervención «grosera, inoportuna, inadecuadas y ausente de solidaridad» con el personaje fallecido. No importa, obvio, que en vez de «legado», como afirma el comunicado de la AN, Reisi dejara ciertamente una estela sanguinaria de ejecuciones o muertes por represión de adversarios políticos, hombres, mujeres e incluso niños, en números totales que internacionalmente se han calculado en cerca de 30.000.
Para el régimen criollo esas consideraciones no venían al caso cuando se trataba de exaltar la figura de un país gran aliado del régimen: el enemigo de mi enemigo, el que coincide en mi visión de cómo deben ser el gobierno, el manejo de la sociedad y en definitiva de una democracia menguada y en retroceso. Y eso basta. Honor y gloria al muerto y que la deriva autocrática siga a toda vela.
El «osado» episodio del diputado Gallo
Tres detalles más sobre el osado episodio del diputado Gallo: primero, que el presidente de la AN haya llegado a amenazado con «sanciones», cuando debe saber perfectamente que los parlamentarios, en pleno goce de la garantía que le concede el artículo 201 de la Constitución, «no son sujetos a mandatos ni instrucciones, sino sólo a su conciencia».
En segundo lugar, la orden dada por el presidente de la AN de «borrar de las actas», que es decir del diario de debates la intervención de Gallo. De esta manera lo que dijo éste en esa sesión no existe, nunca habló, nadie lo escuchó, y él y su actuación fueron desaparecidos por un úkase.
No fue recogido por ningún medio público, ni el portal de la AN y seguramente por ninguna televisora privada. Eso no quiere decir que la muy breve intervención de Gallo no sea recogida por la historia como otra evidencia más de las arbitrariedades en las que su supera cada día más el régimen venezolano. Los medios extranjeros y las vigorosas redes sociales se han encargado de ello.
En tercer lugar, es reprochable que estando en ese hemiciclo parlamentarios que se dicen de oposición e incluso alguno de ellos candidatos presidenciales, no hubiera una voz que se levantara para al menos pedir se reconsiderara y se dejara sin efecto la amenaza de sanciones contra Gallo, que vendrían a ser una injusticia y una violación a la Constitución por todo respecto.
Vendrán tiempos mejores para las mujeres venezolanas, eso deseamos. Sin candidatas presidenciales inhabilitadas ni vilipendiadas, ni vendedoras de empanadas perseguidas por venderle su producto, ni dirigentes políticas presas o refugiadas en sedes diplomáticas. Una Venezuela donde se haga realidad el clamor que elevan venezolanos con presencia multitudinaria en las apariciones de Edmundo González y María Corina Machado: ¡Libertad!
Gregorio Salazar es periodista. Exsecretario general del SNTP.
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