La palabra empeñada, por Teodoro Petkoff
La Mesa de Unidad Democrática aprobó por unanimidad, para la selección de los candidatos unitarios para la Asamblea Nacional, dos reglamentos. Uno, para la selección, mediante acuerdos de las partes, en todos los casos que tal cosa fuera posible. Otro, para la realización de elecciones primarias, cuando los acuerdos no fueran posibles. También había aprobado la Mesa, por unanimidad, que las llamadas candidaturas «por listas» estarían reservadas para los partidos políticos, y particularmente para sus dirigentes.
En el camino surgió la proposición de incluir entre las candidaturas, las de varios presos políticos, en el entendido, implícito, por obvio, que sus nombres no debían ser sometidos a primarias sino que sus candidaturas serían consensuales. También era obvio, por implícito, que esas candidaturas serían presentadas en los circuitos nominales y no en las listas, por la razón apuntada anteriormente. Esas son las reglas aprobadas por todos.
La Mesa ha acordado colocar en tres de los llamados circuitos «salidores» (esos donde la oposición siempre ha ganado), a Ivan Simonovis (Baruta, Chacao, etc.), Gustavo Azócar (San Cristóbal) y Richard Blanco (El Recreo, etc, en Caracas). Otras ubicaciones están todavía en consideración.
De pronto, aparecen voces minoritarias, las mismas de siempre, aduciendo que esas presencias «matan» las primarias y que los presos políticos debían ser colocados a la cabeza de las listas y no en circuitos. Es conocido, sin embargo, que en la Mesa ya fue aprobado que las listas están reservadas para los más importantes dirigentes de los partidos y que eso sería decidido por consenso. Esto no es un capricho, ni una viveza. Durante once años, con sus aciertos y sus errores, ha habido un elenco de dirigentes políticos, de distintos partidos, que han cargado con el peso electoral en este periodo y sin los cuales las victorias obtenidas en gobernaciones y alcaldías no habrían sido posibles y cuya presencia en la Asamblea, más que necesaria, es indispensable, por la experiencia que aportan y por lo que han significado en todos estos años.
Colocarlos por consenso en circuitos «salidores» habría sido otra opción, pero eso si habría bloqueado candidaturas diferentes a las de los partidos en tales circuitos. De modo que venir a plantear ahora, de golpe y porrazo, que los presos políticos sean colocados en las listas, y no en los circuitos, es una inconsecuencia y una viveza balurda. Las reglas de juego no se pueden estar cambiando a capricho de los jugadores.
Lamentablemente no se eligen sino 167 diputados. Hay mucha gente y pocas camas. De modo que seleccionar 167 candidatos inevitablemente dejará muchos inconformes, porque no cabe todo el mundo. El episodio de los presos políticos ya seleccionados es una muestra de lo espinoso que es este proceso. ¿Por qué amargarle aún más la vida a esos ciudadanos que están en las cárceles, tratándolos como «comodines» de la baraja? ¿No decían, los manipuladores que hoy se quejan, que era cuestión de honor candidatear a los presos políticos? Bueno, ya hay tres colocados en posiciones salidoras, que es lo que importa. Lo otro es ganas de «pajear» un proceso que va bien.