La pesadilla, por Simón Boccanegra
Apenas termina Bush de ganar las elecciones y en Irak la guerra está a punto de experimentar una escalada, con la toma de Faluya y Samarra por las tropas norteamericanas. Entrarán a sangre y fuego, sin duda, como han actuado hasta ahora, tal como lo revela el informe que cuantifica en más de cien mil las víctimas civiles de la invasión, producidas la mayor parte por los bombardeos indiscriminados sobre objetivos no militares.
Sin embargo, en las dos ciudades asediadas probablemente, al final, los gringos no encontrarán nada. Los combatientes iraquíes se esfumarán, mimetizándose entre la población, en el desarrollo de una peculiar guerra de guerrillas urbana, aguijoneando a su enemigo por todas partes pero sin dar jamás una batalla frontal. Bush probablemente legará a su sucesor, dentro de cuatro años, bien una guerra infinita, bien una “victoria” sobre tierra arrasada, pero en cualquiera de los casos, habrá abierto una insondable y tal vez incurable herida en el cuerpo del mundo árabe y musulmán. Poca duda puede caber, además, de que durante estos four more yearspara Bush el mundo será bastante menos seguro de lo que es hoy… y ya es bastante inseguro.