La «revolución» se pone cómica, por Simón Boccanegra
Estos «socialistas» y «revolucionarios» de cartón piedra cada día se hacen más patéticos. No me refiero a algunos que siempre fueron unos sinvergüenzas y vividores, que hoy se bonchan al «proceso» como ayer se boncharon al Conac adeco o copeyano, sobre todo al adeco. Estos son unos cínicos de los que no vale la pena ocuparse. En verdad, pienso más bien en quienes llegaron honestamente al regazo de Chacumbele, creyendo, con sinceridad, que de su gobierno podía salir un país «más decente», como me dijera una vez un amigo que creía en la revolución.
Uno ha visto cómo, con el paso de los años, habiendo tenido que tragarse todas las culebras que Chávez ha colocado sobre el tapete, han ido acomodando sus convicciones a los vericuetos de la política de Miraflores. Antiautoritarios de toda la vida, rebeldes con causa de muchos años, denunciantes de abusos, atropellos y robos, gente que cogía la calle con razón o sin ella, hoy, los que no callan que son muchos se han tornado en perritos falderos.
Veo por ahí una declaración de Héctor Navarro, ministro de Educación, viejo izquierdista universitario, que debe tener sobre el lomo cualquier cantidad de paros profesorales, proclamando que el paro magisterial de ayer es «ilegal e ilegítimo porque cuando estás discutiendo un contrato colectivo la ley no permite que hagas paro» y amenazando a directores de planteles donde hubo paro con «abrirles expedientes». Estos «socialistas» no sólo criminalizan a la oposición política sino que ahora pretenden hacer lo mismo con el sindicalismo y los movimientos laborales.
Son los mismos que hace años se encapuchaban en la entrada de la UCV y hoy advierten a líderes gremiales que «no se pongan cómicos» porque los meten presos. No quiero imaginar lo que habría dicho Navarro años atrás si algún ministro de Educación hubiera dicho lo mismo que él de un paro profesoral de entonces.
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