La salud pública en coma, por Simón Boccanegra
La salud pública nacional está llegando al llegadero. El domingo pasado, un compañero de trabajo, víctima de una situación de emergencia médica que requería cirugía rápida, debió esperar, en la clínica privada donde recaló, desde las doce del día hasta las ocho de la noche para poder ser operado: había 16 personas en cola aguardando por el bisturí. No era una situación excepcional. Si se hubiera trasladado a otra institución semejante, habría tropezado con el mismo problema. Si no lo cogía el chingo no lo pelaba el sin nariz. El desastre de los hospitales públicos ha llevado a la gente a refugiarse en las clínicas privadas, lo cual ha colapsado a estas. Es, pues, todo el sector salud, tanto público como privado, el que se encuentra padeciendo graves problemas, básicamente por carencia de insumos, una buena parte de los cuales deben ser traídos de afuera, es decir, importados. Ayer, nuestro diario publicó un extenso reportaje sobre el tema, que revela una situación extremadamente preocupante y, al mismo tiempo, muy difícil de entender. Si es que no hubiera dinero (dólares), pues bien, pase, pero la cuestión es que hay dinero. Lo que no hay es una elemental capacidad gerencial para que del alto gobierno bajen completos los churupos a las instituciones del sector, incluyendo a los importadores de ese material. Esto ha conducido a que las empresas del exterior que nos venden tales insumos hayan decidido cortar el crédito a los importadores nacionales. Por su parte, la Asociación de Clínicas y Hospitales, declaró en estado de emergencia el sistema de salud. De hecho, como informa esta Asociación, se han producido ya varias muertes debidas a la inexistencia de los insumos necesarios. «Esto nunca se había visto», resume el presidente de la Asociación. Por supuesto que no se había visto nunca, pero es que tampoco habíamos tenido un gobierno tan incompetente como el actual.