La señora K habla de moral y ética, por Simón Boccanegra
Para rematar los actos del 19 de Abril, fue escenificado un happening en la Asamblea Nacional. Fue un acto tan partidista y sectario como lo había sido el desfile militar de Los Próceres. Un acto de campaña electoral. La tapa del frasco la constituyó la oradora de orden, que fue la señora Cristina Fernández de Kirchner. Que a un mandatario argentino le hubiera sido confiado tal honor no tendría nada de objetable, puesto que los primeros pasos independentistas en Sur América estuvieron muy juntos en el tiempo en nuestro país y en el del extremo sur del continente. Pero no era la señora K la indicada. No es ningún ejemplo de probidad. Tanto ella como su esposo están señalados de haber cometido graves delitos contra los dineros públicos. La multiplicación de su fortuna en los años que les ha tocado estar en la casa Rosada es objeto de investigación por la justicia de su país. Por si fuera poco, el caso de la valija de Antonini Wilson dejó bien claros los nexos turbios existentes entre Pdvsa y Enarsa, la empresas petrolera argentina, y entre ministros argentinos y venezolanos, así como otros altos funcionarios argentinos en aquel chanchullo. Aunque aquí en Venezuela, para variar, ninguna instancia de la Justicia se dio por enterada de los pormenores de aquella vagabundería, los tribunales de Argentina si han adelantado algunas investigaciones que dejan muy malparados al Tuerto Kirchner y a su esposa. Una elemental prudencia aconsejaba no darle a Cristina Fernández la oportunidad para que desplegara todas sus capacidades histriónicas y el formidable cinismo que se necesita, con semejante prontuario, para montarse en el podium de la AN a perorar, con dosis tamaña de baño de moralina, sobre los orígenes de nuestras patrias.
