La super coba del sabotaje, por Simón Boccanegra
Hubo una explosión en Ferrominera Orinoco. Tres quemados graves, de los cuales, a la hora de escribir esto, falleció uno. El presidente de la empresa declaró inmediatamente que se trataba de «sabotaje» y el jefe del Cicpc de Guayana, con cara de héroe de comiquitas, afirmó que comprometía hasta su vida en la búsqueda y arresto de los «criminales saboteadores». Este diario ya ha tratado el tema de los «saboteadores» y vuelvo sobre ello porque ya está pasando de castaño a oscuro. Toda falla eléctrica es explicada por «sabotaje»; en otra de las empresas de Guayana, el «sabotaje» fue la explicación para un accidente.
No es necesario decir que eso del «sabotaje» es un cuento chino, una típica coba para «explicar» la incompetencia y la incapacidad de la manada de inútiles que ejerce cargos de dirección en este proceso. Empezando por Chacumbele, que es el principal saboteador del país. Pero, a estas alturas del juego, ya la «excusa», la «coba», la mentira pura y simple de un gerente incapaz (como, por ejemplo, ese particularmente torpe e ignorante que dirige Ferrominera) comienza a adquirir un cariz político que podría estar anunciando represión policial. Y represión masiva. Así comenzó el stalinismo en la ex URSS y el fidelismo en Cuba (que como país ya casi también es un «ex»). De pronto empezaron a masificarse denuncias sobre «sabotaje» y a llenarse las cárceles y los campos de concentración de los supuestos saboteadores.
Todo disidente, todo sospechoso de serlo, todo opositor, fue a parar a las prisiones acusado de «saboteador». Uno se siente hasta paranoico imaginando una cosa de esas dimensiones aquí. Por ahora, las denuncias de «sabotaje» dan risa, de lo estúpidas e inverosímiles que son, pero como de que vuelan, vuelan, hay que estar atentos a las lecciones de la historia.
