La tapa del frasco, por Gonzalo González
Correo: [email protected]
Luego de veintiséis años de régimen chavista se aprecia un retroceso colosal en los índices civilizatorios alcanzados por el país durante el siglo XX, sobre todo en los cuarenta y un años de democracia (1958-1999). Es cierto, que el sistema político originado con el derrocamiento de la dictadura pérezjimenista, el 23 de enero de 1958, demandaba cambios sustantivos para recuperar vitalidad, cohesión social y legitimidad el proyecto político alternativo resultó el peor de los posibles; los cambios impulsados desde el poder por el chavismo resultaron regresivos: los viejos males se potenciaron y facilitaron la emergencia de otros.
El retroceso del que hablamos se ha materializado en un Estado venezolano fallido y forajido. En un régimen político institucional de corte dictatorial que canceló todos los avances duramente conquistados. En un aumento exponencial de la pobreza y la desigualdad social que ha sido caracterizado como una emergencia humanitaria compleja. En la conversión del país de uno que recibía ingentes flujos migratorios en otro en cual ha emigrado, buscando mejores condiciones de vida, casi un tercio de su población.
Las perspectivas no son, para nada, positivas: el Gobierno persiste en surfear la crisis, en su criminal inmovilismo en materia económica. De hecho, la inflación proyectada para finales de año se calcula entre 300 y 500 %; estamos a las puertas, de nuevo, de la hiperinflación. Y, en lo político institucional la gobernanza dictatorial se profundiza con su consecuente violación de los derechos humanos y civiles de la ciudadanía.
Como si todo el daño infligido al país, en los últimos veinticinco años fuese poco, nos encontramos ante la posibilidad cierta de una guerra – no con Colombia para defender nuestra integridad territorial como ocurrió con motivo del incidente del Caldas o con Guyana para defender nuestros derechos en El Esequibo– sino con los propios Estados Unidos. Enfrentamiento que se viene incubando como consecuencia de una política de confrontación con esa nación contraria a nuestros intereses nacionales desarrollada por el chavismo sin justificación alguna salvo por intereses ideológicos y sin que mediaran de parte de Estados unidos actos contrarios a nuestra soberanía e intereses económicos o geopolíticos.
El escalamiento de esa confrontación a los niveles actuales es de la responsabilidad fundamental del régimen venezolano por su violación a los acuerdos de Barbados y Qatar y al fraude contra la soberanía popular cometido el 28 de julio del 2024.
Es evidente que la mayoría determinante de la sociedad no se siente convocada por los arrestos ni los llamados nacionalistas del régimen porque considera que los mismos no están dirigidos a preservar el interés nacional sino a los muy parciales del continuismo.
*Lea también: El mundo, las novedades y un poco de circo, por Fernando Rodríguez
De concretarse el escenario bélico en ciernes, esa situación constituiría la verdadera tapa del frasco del fracasado proyecto chavista. De que su agenda y la de la sociedad discurren por carriles diferentes hasta el punto de ser antagónicas.
Gonzalo González es politólogo. Fue diputado al Congreso Nacional.
TalCual no se hace responsable por las opiniones emitidas por el autor de este artículo





