La tapa del frasco, por Simón Boccanegra
El viernes pasado apareció un aviso, a página entera, en todos los grandes diarios del país, con la foto, en la parte superior, de unos escolares riendo, en tanto que en la mitad inferior aparecían sólo dos fechas: la del natalicio del Libertador, 24 de julio, y la de Hugo Chávez, 28 de julio, cada una con su año correspondiente.
El destinatario del aviso no es Hugo Chávez puesto que ya ha fallecido, de modo que no estamos aquí frente a un mero acto de adulancia sino ante una operación política que pretende usufructuar los nombres de las dos figuras desaparecidas, (sin parar mientes, incluso, en el despropósito de equipararlas en su significación histórica), con la finalidad de meterle unas vigas doble T que ayuden a soportar el escuálido gobierno de Nicolás Maduro. Yo no se si los asesores de marketing del Gobierno que diseñaron este aviso, aunque incompetentes, le son leales, o son, a la calladita, unos infiltrados de la oposición. Porque lo que si está claro es que ese aviso rebota contra los que se creen beneficiarios de él.
La utilización burdamente politiquera del nombre del Libertador, manteniéndolo asociado al de Hugo Chávez, constituye un despropósito de tal magnitud que, aún entre partidarios de Chávez, cae mal. Se nota demasiado la intención aprovechadora, el uso oportunista de la asociación de ambas figuras para provecho de los herederos de Chávez.
Aunque un segundo pensamiento podría llevar a la presunción de que ese bodrio publicitario salió del cacúmen de alguno de los miembros del cogollito madurista. No sería la primera vez que producen genialidades de esta clase.