La transición en Venezuela es posible pero no estamos «condenados» a ella
Durante la 74° Asamblea Anual de Fedecámaras, el analista de Políticas Públicas Michael Penfold se refirió a cómo una transición política en Venezuela es posible pero no ocurrirá por sí sola ni por la mera presión económica o internacional
Mientras Julio Borges dice que Venezuela está «condenada» a ser un país libre y que el cambio político es «inevitable» e incluso «inminente», el analista Michael Penfold no se anda con rodeos y hasta se atreve a pinchar algunos globos a quien crea la retórica de que el cambio es inevitable, que el sistema «ya no aguanta», que falta un empujoncito o que Maduro está caído pero él no se ha enterado.
Es la manera que tiene profesor del Centro de Políticas Públicas del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) de alertar sobre los peligros de quedarse esperando a que tales escenarios simplemente lleguen, ocurran. Así lo planteó un día después de que Borges afirmara que el gobierno va a colapsar y la oposición estará lista para entonces encabezar una transición.
Penfold, doctor en Políticas Públicas expuso, durante su participación en la asamblea anual 2018 de Fedecámaras, que pensar que la catástrofe económica barrerá con el gobierno es ingenuo, especialmente porque «los sistemas autoritarios no son tan vulnerables a los factores económicos y sociales como los sistemas democráticos».
Insistió en que «la transición no es solo un problema de legitimidad sino de alternativas”. Por tanto, hay que construirlas. Por eso enfatizó que para lograr el cambio político hace falta el quiebre de la coalición dominante, ofrecer una alternativa creíble e incluyente, motorizar el apoyo internacional y reducir los costos de salidas.
Pero nada de eso será posible si no se producen escenarios de encuentro entre todos quienes desean la llegada de esa transición. “No hay forma de salir de esta crisis sin altísima cooperación política. Hay muchos factores compitiendo creyendo que van a dominar una transición. No podrán. Hay que cooperar para reinstitucionalizar al país. Solo así se podrá enfrentar la estabilización», apuntó el académico.
Penfold llamó a no desestimar al contrario. “El chavismo no es un pie de página de la historia”, soltó.
A partir de allí, puntualizó los factores que complican el quiebre del oficialismo: se trata de un régimen autoritario de carácter hegemónico, que tiene control político sobre la renta petrolera en un petroestado y ejerce control social de la acción ciudadana «mediante la salud, la vivienda y la comida». Además, entra en juego la corrupción «que es tan grande que cualquier cambio pasa por abordarla inteligentemente». Se refiere, claro, a los incentivos para quienes han hecho de la acción del Estado y los enriquecimientos a través de la economía negra un modus vivendi.
La construcción del cambio político pasa por tragar grueso. Entender que sin incentivos para el quiebre, o con costos de salida muy alto las oportunidades de que ocurra serán menores. A juicio de Penfold, al ser el actual un sistema hegemónico y no solo uno autoritario militar, lograr el quiebre de la coalición es más difícil.
Insistió el director de Strata Apoyo Empresarial que la presión internacional es necesaria, pero pasa por la existencia de presión interna. «Las sanciones pueden obligar a buscar una salida pero también incrementan los costos de salidas y suelen no ser muy eficaces en procesos de democratización», añadió.
En eso coincidió con el diputado Miguel Pizarro, quien aprovechó su intervención en Fedecámaras para afirmar que “afuera pueden presionar, ayudar, pero sí aquí adentro no hay fuerza, movilización, activación, reclamo, aquí no va a haber cambio». El parlamentario insistió además en que la clase política debe ser autocrítica: «Los políticos no estamos para ser analistas de la realidad sino para marcar caminos».
De igual forma, Pizarro condenó que los partidos políticos «mantengan la discusión estúpida de cuál es mas grande en un país donde no pueden competir. Merecemos mejor politica y mejores políticos. Hemos sido sumamente ineficaces en la construcción de expectativas y hemos terminado construyendo frustraciones”, admitió.
Según Penfold, el abordaje de la crisis política debe ser multifactorial, con estrategias combinadas y «con algo de alquimia».
Por eso insistió en que sin protesta social es imposible el cambio, pero solo con protestas tampoco; que la negociación por sí misma no genera el cambio, pero que es ilusorio pensar que sin negociación se puede llegar a ella; que es ingenuo pensar que el gobierno va a entregar solo por la vía electoral, pero sin la vía electoral también es imposible transitar el cambio.
Mientras tanto, la conflictividad social aumenta, sin guía, desperdigada, sin la tan mentada conducción política que se ha afirmado hace falta desde hace un lustro; dicho incluso por los propios dirigentes opositores que describen más que lideran.
Penfold añadió que «el país no está en paz. Hay tantos saqueos como el julio del año pasado. Las protestas han caído, pero en estos dos meses van subiendo. Hay días con más de 30 protestas sociales, fundamentalmente de temas reivindicativos y de servicios públicos”. Todo ello en un país donde la salida ya no necesariamente es por Maiquetía, como se decía hasta que la emigración la protagonizan los buses.
“Hace un año atrás la opción de irse era más atractiva porque con 12 salarios integrales ahorrados se podía viajar a Perú. Ahora hacen falta 240 salarios mínimos integrales. Entonces protestar es más atractivo”, puntualizó el experto.