La UDO como polvo y cenizas, por Beltrán Vallejo
Siguiendo su crónico proceso de destrucción, la Universidad de Oriente, especialmente su núcleo Cumaná, vuelve a escandalizar con el anuncio del incendio en su Edificio de Ciencias, puntualmente en los espacios de laboratorio, y hace unos meses también se notificó el incendio de su biblioteca principal. Es decir, estamos ante eventos que ejemplifican la destrucción de sus instalaciones, el saqueo de sus equipos y la imposición de un panorama espectral sobre buena parte de sus edificaciones. Cuando algún día regresen sus estudiantes al mejorar lo del coronavirus, sólo encontrarán la animalidad.
En mi condición de egresado de esa casa de estudios en aquel lejano año de 1993, veo de manera reflexiva la caída física de esta institución; aunque ratifico también que su decadencia tiene años incubándose, comenzando esto en su aspecto académico, continuando en su faceta política en lo que concierne a su rol incumplido de promotora del desarrollo regional y nacional, y prolongándose en su componente moral. Toda esta descomposición venía dando pasos que yo reconocía desde mi época como estudiante, y que hoy tocó fondo con las llamas y los saqueos. Ante eso, las autoridades universitarias, y las del gobierno regional y municipal, y buena parte de su comunidad udista apenas han hecho un parpadeo; más bien sólo lágrimas de cocodrilo y un gargarismo de frases irresponsables. ¿Qué diablos ha hecho su comunidad universitaria (me refiero a sus estudiantes, profesores, empleados, obreros y egresados, por lo que me incluyo) para ponerle un freno a toda una lavativa destructiva que viene de años y que hoy se expresa con un mechuzo quemando un laboratorio de Biología?
Y digo más: ¿sabían ustedes que esta universidad tuvo hace algunos años no tan lejanos dos gobernadores provenientes de su propio seno, y cuyas gestiones consecutivas no aportaron nada para el engrandecimiento de una institución universitaria donde ellos se forjaron políticamente, y que más bien contribuyeron en la decadencia de todos los órdenes universitarios?; me estoy refiriendo a los gobiernos salvajes e impresentables de personajes que el estado Sucre quiere olvidar.
Por supuesto que la UDO no se reconstruirá con gente despreocupada, con gente sin compromisos, menos se puede hacer con el cinismo de décadas; y con eso no estoy aportando argumentos a favor de la impotencia. La UDO que debe surgir de sus cenizas será el resultado de un voluntariado que será el mismo que esté incorporado en planes para labrar el porvenir de una nueva Venezuela. Es que es así; no se trata de la UDO como un islote anclado sobre un océano de fango. La Universidad de Oriente no se recuperará si no se recupera el país. La recuperación de la UDO, así como de todo el sistema de universidades autónomas que sufren el mismo proceso de devastación, debe formar parte de un plan integral de rescate nacional.
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Recalco que la UDO que se quemó era ya una aldea carcomida por el clientelismo, el burocratismo y la mediocridad académica, política y cultural; era más bien un fantasma que en nada se parecía a los ideales que se enarbolaron en las pasadas décadas de lucha universitaria a favor de su autonomía, a favor de la excelencia académica y del fortalecimiento de las ciencias y del arte, a favor de la revolución basada en la justicia social y en la democracia.
Los udistas no hemos estado a la altura para contrarrestar el sufrimiento de esa universidad. Muchos de nosotros no comprenden o no quieren reconocer que a la UDO le debemos mucho. Quizás debemos pedir perdón ante sus llamas.
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