La venganza contra Capriles Radonski, por Simón Boccanegra

La decisión de la Sala 7 de la Corte de Apelaciones de negar el juicio en libertad a Henrique Capriles Radonski demuestra el grado de descomposición alcanzado por la «justicia» «revolucionaria». Se trata de una sentencia política, en el sentido más estrecho y la connotación más despectiva del término. Capriles, de acuerdo con la legislación vigente, tiene derecho a ser juzgado en libertad dada la naturaleza de los cargos que se le hacen y hasta su propia condición de alcalde. Por razones de baja política, de mera venganza política, se le mantiene en prisión para que, en las mentes retorcidas de sus carceleros, al menos está preso durante el tiempo que dure el juicio, ya que es obvio que el resultado de este, vistas las acusaciones que se le hacen, no puede sino conducir a su absolución y a su libertad.
Capriles, ciertamente, cometió una impertinencia cuando solicitó al embajador cubano revisar la sede diplomática, pero ese error político no puede ser penado con prisión. El resto de las acusaciones es enteramente descabellado, puesto que es imposible achacar a Capriles la responsabilidad por los actos de salvajismo que otras personas cometieron ese día contra la embajada cubana. Tan burdamente politiquera es la acción contra el joven alcalde, que mientras a él se le mantiene en prisión, contra los jefes de esa poblada no se ha intentado ninguna acción legal.