La Vinotinto quedó en deuda
El equipo de Dudamel no pudo cumplir los objetivos plateados para esta Copa América. Mucho tendrá que mejora la selección si pretende llegar al Mundialde Catar 2022
Alejandro Chacón @achacon20
Antes de iniciar su participación en la Copa América de Brasil, el técnico de la selección nacional de Venezuela, Rafael Dudamel había dicho que el objetivo era jugar seis partidos. Dijo que iban al certamen para ser protagonistas y llegar a jugar el partido final del 7 de julio.
Este desborde de optimismo que expelía el seleccionador quedó muy corto. La Vinotinto quedó fuera en cuartos de final, estando muy lejos de la mejor actuación obtenida en 2011 en Argentina, con el cuarto puesto. El desempeño y los números obtenidos no dan para sacar pecho y mostrar orgullo. Y quedó en corto por no solo haber quedado lejos de esa meta, sino también por unas presentaciones que quedaron en deuda, en materia de juego y despliegue futbolístico.
Lo observado no fue ni remotamente el nivel que este elenco pudiera exhibir. Dudamel quiso inyectarle una estrategia defensiva muy obsesiva, a tal punto que fue poco lo que pudo mostrar en el aspecto ofensivo. Solo se centró en tener un orden defensivo. En neutralizar la propuesta del rival de turno y solo pudo verse un ataque medianamente hilvanado ante Bolivia.
Pero el discreto desempeño tiene sus causas desde el mismo momento de armar una convocatoria y la idea obsesiva de manejar un sistema táctico que si bien armaba un orden defensivo, restaba capacidad al ataque.
Dudamel confeccionó la lista de convocados y la misma llamó la atención por las exclusión de varios nombres que se daban por hecho su presencia en la Copa América. Las ausencias de Yefferson Soteldo y de Rómulo Otero, así como también la de Alexander González y Bernardo Añor llamaron mucho la atención y generó diversas críticas en la prensa especializada y la propia afición.
Todos estaban teniendo una buena temporada y en el caso de Soteldo, venía destacando con el Santos en el campeonato brasileño. Lo insólito de todo esto fue la excusa que esgrimió el estratega para justificar la no presencia de Soteldo. Había dicho que su exclusión se debía a que no tenía la visa americana, para poder estar en Estados Unidos, durante la preparación que llevaba a cabo Venezuela, antes del certamen brasileño.
En cambio, Dudamel convocó a Adalberto Peñaranda, un jugador que estuvo toda la temporada lesionado y que apenas había jugado un solo partido. Por cosas del destino, Peñaranda se lesionó en uno de esos encuentros de preparación y el seleccionador no tuvo más remedio que convocar a Soteldo.
Para su entramado defensivo, el técnico se decantó por jugar con un 4-3-3, dejando solo un atacante en punta y prefiriendo los extremos con rapidez como alternativa de desborde por los costados. Ubicó a tres medios volantes de corte defensivo, que limitaba la gestación de fútbol en ese sector.
En el primer partido, Perú fue superior a la Vinotinto, que se limitó a aguantar y solo la fortuna del VAR, impidió la victoria de los incas. Contra Brasil, la Vinotinto fue más defensiva aún. Se resguardó en su área, y si bien exhibió solvencia defensiva, nunca llegó a inquietar al pórtico brasileño. Nuevamente el VAR como aliado propició un nuevo empate, que no puede solapar las deficiencias que exhibió el cuadro de Dudamel. La victoria ante Bolivia era esperable, pero solo se logró con sufrimiento ante un equipo evidentemente menor, que por momentos complicó.
Y cuando era el momento de hacer historia, la oportunidad de consolidación, de trascender, Venezuela le tuvo un excesivo respeto a la peor versión de Argentina que se ha visto en las últimas décadas. La selección nacional salió al campo acobardada, con la misma intención de esperar y neutralizar la propuesta del rival. Esta vez, la jugada salió mal, porque la albiceleste pudo vulnerar el pórtico de Fariñez.
En esa circunstancia, debía mostrarse una Venezuela que fuera a arriesgar, que dejara de ser un equipo reactivo a ser uno propositivo. Pero las limitaciones a la ofensiva exhibidas durante el torneo volvieron a florecer. La selección careció de respuesta. Los pelotazos y las carreras sin criterio aparecieron de nuevo y no hubo nadie en el medio para gestar el fútbol, para colocar las ideas en la creación y generación de juego.
Las entradas de Soteldo y Josef Martínez no solventaron la escasez ofensiva. Al contrario, evidenciaron la falta de trabajo para aplicar otro sistema. Por momentos Rondón y Martínez se ubicaban por la misma zona, mostrando la ausencia de variables bajo otro dibujo táctico, que les pusiera a funcionar de forma complementaria.
Y el problema no es en sí el sistema, sino la intención que se le dé al mismo. No había ideas, ni una noción de juego. En líneas generales, el equipo se mantuvo en un bloque sin tener intención de proponer y dejando solo a Salomón Rondón en el frente de ataque. El delantero no tuvo acompañamiento y tan solo le nutrían de pelotazos sin ningún criterio de lógica secuencia de juego. No debe ser fácil para Rondón irse de un torneo sin anotar.
Los extremos Darwin Machís y John Murillo se limitaron a lanzar carreras sin sentido y sin acompañamiento. El sector medular con Tomás Rincón, Yangel Herrera y Junior Moreno no tuvo capacidad para acompañar a la ofensiva con criterio. Tampoco podía, siendo todos volantes de contención y no para generación. La Vinotinto no evidenció a qué juega. No hay un patrón claro de una propuesta de ataque. Ni mucho menos, el equipo exhibe el desarrollo de automatismos, de movimientos preconcebidos de juego asociado, de paredes o triangulaciones para el desborde y arremetida ofensiva.
Pero no todo fue una actuación discreta o con falencias. La irrupción de Jordan Osorio resultó una buena noticia. La notable presentación ante Brasil le valió muchos elogios. Bastó solo un partido para que llamara la atención. No solo fue solvente en el juego aéreo, sino que además demostró rapidez y prestancia para salir de atrás con el balón. También sobresalió Machís con sus dos goles frente a Bolivia. El extremo demostró rapidez, atrevimiento y capacidad de desborde.
La actuación de la Vinotinto en la Copa América de Brasil deja varias interrogantes.
¿Puede esta selección poner dos delanteros definidos como Rondón y Martínez a la vez?
Ya lo había hecho durante la eliminatoria y funcionaron. No son jugadores antagónicos en el campo. Se pueden complementar y pueden ser compatibles.
¿Se puede jugar con volantes con más capacidad de creación en el campo?
Sin duda que sí. Incluso sin variar el sistema por el que se decanta el seleccionador. Hay jugadores que tienen la capacidad para generar fútbol como Juanpi Añor, Soteldo y el propio Jefferson Savarino. También otros que no fueron llamados como Otero, Johandry Orozco y Luis “Caraico” González. Y todos ellos, pueden también darle equilibrio a la hora de cumplir funciones defensivas. Se puede jugar además con dos creativos y dos puntas, como muchas veces se hizo en el pasado.
¿Existe un lateral izquierdo natural de nivel para estar en la selección?
La Vinotinto improvisó colocando a jugadores en otra posición distinta a la que normalmente se desempeñan. Es el caso de Luis Mago, quien fue utilizado como lateral izquierdo. Contra Perú fue desbordado y no pudo contener las arremetidas por ese sector. Mago es central, posición que cumple en su club Palestino de Chile. La no convocatoria de un lateral izquierdo definido (como Bernardo Añor) produjo la improvisación de Mago, y luego la colocación de Roberto Rosales por ese sector. El jugador del Espanyol evidenció incomodidad, a la hora de proyectarse y sin poderlo hacer con su perfil natural. Por consiguiente, no se pudo ser profundo por la izquierda para el desborde y desequilibrio. Todo por no tener un jugador con características para desempeñarse como lateral.
¿Por qué no hubo un buen ejecutante de tiros libres?
Otra falencia evidenciada en la Copa América fue el no aprovechar los tiros libres. El equipo no tuvo un buen ejecutante de la pelota quieta. La falta de ese aspecto hicieron más notorias las deficiencias ofensivas. Otero es el mejor cobrador de tiros libres que tiene Venezuela. Ya en el pasado supo decantar partidos con sus ejecuciones magistrales. En Brasil, se extrañaron sus cobros.
Un aspecto inexplicable fue haber llevado un jugador lesionado como Rolf Felstcher. El jugador nunca pudo recuperarse de una lesión que tuvo en la MLS con su club Los Angeles Galaxy, ocupando un puesto que pudo ser aprovechada, llevando a un futbolista sano que pudiera ser útil. No es posible que la selección y la Federación Venezolana de Fútbol no emitieran un boletín para dar un parte médico, que explicara los problemas de salud que sufrieron Jordan Osorio y Mikel Villanueva. La afición y la prensa merecen un mejor trato.
Lo visto en la Copa América deja unas cuantas dudas de cara al futuro. Si el objetivo final es llegar al Mundial de Catar, la Vinotinto puede y debe jugar mejor para la consecución de la meta planteada. La eliminatoria es otra historia aún más complicada y difícil. La duración de las clasificatorias hace que el rendimiento no sea constante, por lo que enmaraña las posibilidades de obtener uno de los cupos para el 2022. Son solo cuatro puestos y un repechaje. Queda tarea por hacer, muchos aspectos por mejorar y sobre todo valorar y utilizar mejor el talento que se tiene para alcanzar el sueño que todo un país anhela.