Lacrimógenas, por Simón Boccanegra
La verdad es que el gobierno no necesita de ningún acuerdo con la oposición sobre el desarme de la población para proceder a adelantarlo. El deber de un gobierno es garantizar que el monopolio de las armas sea ejercido por los cuerpos destinados a tal fin por la Constitución. Eso no es asunto de acuerdos, puesto que forma parte de sus deberes. El gobierno, para generar confianza en su palabra, tendría que comenzar por desarmar a sus propios grupos de choque y los de sus satélites. Estos grupos utilizan, en sus confrontaciones con sectores opositores, bombas lacrimógenas, además de armas de fuego. Ayer ocurrió en la UCV. Las lacrimógenas no se venden en armerías. ¿De dónde sacan los famosos «tomistas» de la UCV y otros grupos violentos vinculados al oficialismo las lacrimógenas que tan profusamente emplean? Es obvio que existe un vaso comunicante entre estos grupos y autoridades que disponen de esos artefactos. Hablar de desarme mientras se hacen los locos ante hechos como éste no es sino pura hipocresía. Doble discurso.