Lara y Zolá, por Simón Boccanegra
En un fallo que nadie esperaba, verdadera sorpresa en esta Quinta República, donde cosas así son impensables, un juez que apeló a todas sus reservas de coraje, sentenció al poderoso abogado Tulio Álvarez a dos años y unos meses de prisión. Fue vindicada así la tenacidad de un humilde ciudadano llamado Willian Lara, quien sin recursos ni apoyos políticos de ninguna índole, logró de ese modo que su honor, mancillado tanto por el susodicho abogado como por una horda de golpistas disfrazados de trabajadores jubilados del parlamento –a quienes el susodicho abogado asiste dizque jurídicamente–, fuera convenientemente restablecido. Pocas veces en nuestra historia un ciudadano del común había desafiado al poder con tanto coraje como lo ha hecho el señor Lara. Desde luego que el señor Lara poco habría podido alcanzar de no haber sido por la valentía del juez, quien, desafiando el peligro de su destitución, embistió sin miedo contra el todopoderoso doctor Alvarez. Quizás sólo el escritor Emilio Zolá, quien derrotó al Estado francés con su famoso “Yo acuso” y logró rescatar de la colonia penal de Guayana Francesa al capitán Dreyfus, pueda compararse con el señor Willian Lara. Ha sido hecha justicia y, nobleza obliga, hay que reconocerlo sin mezquindad.