Las licitaciones, ¡qué ladilla!; por Simon Bocanegra

Hace dos días comenté las declaraciones del general Cruz Weffer en las cuales este caballero, que dirige Fondur, dijo descaradamente que él no licitaba las obras porque no le daba la gana. Nadie, del presidente al contralor, se ha dado por aludido. Cruz Weffer tiene, pues, el beneplácito de los más altos jerarcas del país para continuar asignando contratos por miles de millones simplemente a dedo. Más aún, dentro de poco, podrá hacerlo «legalmente», si la Asamblea Nacional, como es previsible, aprueba la reforma a la Ley de Licitaciones. En esta se establecen las disposiciones para que en toda la administración pública, los contratos de obras puedan ser otorgados sin pasar por esa ladilla de la Cuarta República que son las licitaciones. Así pues, Rosendo en su Plan Bolívar, Rangel en la CVG, Hurtado Soucre en Infraestructura y todos aquellos que manejan las grandes contrataciones, tendrán carta blanca para asignar contratos a los amigos de la causa. En algunos casos, no sería aventurado sospecharlo, esos amigos podrían recompensar el generoso dedo que los apuntó. Claro, voluntariamente.