Las lluvias son la salvación de los habitantes de El Junquito tras 20 meses sin agua

Canaletas en los techos, cisternas y expediciones a manantiales y pozos en las montañas son algunas de las alternativas a las que han tenido que recurrir los vecinos de la zona
La crisis de los servicios públicos es un problema reiterativo en todo el país, pero en algunas zonas hay casos mucho más marcados con la ausencia casi total de servicios fundamentales, como ocurre con el agua en el sector de El Junquito.
A pesar de que esta población siempre ha denunciado padecer fallas en el suministro del agua, en los años recientes la situación ha empeorado hasta el punto de ser insostenible.
Según aseguran vecinos de El Junquito, entre los kilómetros 16 y 19 el problema es más agudo, y han llegado a permanecer hasta un año y ocho meses sin recibir que les suministren siquiera una gota de agua.
Joisie Aranguren, residente del Km 17, explica que cuando empezó a vivir en el sector suministraban agua una vez al mes. Toda la comunidad está acostumbrada a la escasez, por lo que adquirían tanques para almacenarla y extenderla hasta que Hidrocapital bombease el mes siguiente.
No obstante, desde hace unos cinco años todo ha empeorado progresivamente. La distribución empezó a ser cada dos meses y luego cada tres, frecuencia que se mantuvo hasta 2018, cuando alcanzó su punto más crítico al iniciar un largo período de 20 meses sin agua.
En la residencia de Aranguren tienen dos tanques con una capacidad de almacenamiento total de 7.000 litros. Ella detalla que puede rendir esa cantidad como máximo, dos meses y medio, utilizando el agua para momentos muy concretos y descartando la posibilidad de lavar ropa o limpiar la casa a fondo.
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La desaparición casi total del agua en la zona guarda relación con la desidia y el desinterés de Hidrocapital, pues desde el kilómetro 1 hasta el 19 hay al menos siete llaves de paso. La distribución equitativa para todos los kilómetros solo funciona si, una vez suministrada una zona, se cierra la llave de paso y se abre la siguiente. Aranguren denuncia que esto no ocurre.
«Los mismos vecinos de kilómetros anteriores no permiten que nos llegue el agua. Cuando bombean, abren las llaves para abastecerse y solo llega hasta el kilómetro 12», detalló.
Resolver o secarse
Como resultado, la única opción que les queda es ingeniar sistemas para recolectar agua de lluvia. Por suerte, la región es húmeda y las precipitaciones son habituales. En la casa de Aranguren poseen canaletas pegadas al techo, que conectan con una tubería que se dirige al tanque, donde termina reposando el agua recogida con cada precipitación.
Otra de las alternativas es contratar cisternas que carguen agua hasta la comunidad para distribuir a varias viviendas. El problema son los elevados precios. Aunque siempre varía porque «cobran lo que les da la gana», en promedio suelen pagar 20 dólares por 3.000 litros, los cuales deben cargar con tobos desde el camión hasta los tanques pues las mangueras no alcanzan a cubrir la distancia donde estaciona el camión.
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Una última solución es acudir a los manantiales que bajan por las montañas de la zona. Cada comunidad en estos kilómetros se ha apropiado, de manera informal, de las nacientes cercanas. En el caso del Km 17, se verían en la obligación de subir hasta el Km 25 a llevar recipientes y bajar con ellos esos ocho kilómetros, una opción no apta para familias sin vehículo.
La inacción de Hidrocapital
De acuerdo con los vecinos de El Junquito, las quejas y reclamos ante las autoridades no han conducido a soluciones efectivas.
Una de las principales razones de la crisis es el mal funcionamiento de la estación de bombeo Vista Alegre, donde se encuentra operativa solo una de las cuatro bombas que deberían funcionar y que decidieron colocar en Hidrocapital solo después de que la población se sometiera a 20 meses sin servicio.
Pero el problema no acaba allí. Una trabajadora de Hidrocapital que prefirió reservar su nombre detalla que la escasez se agudizó con una serie de invasiones de terrenos en el Km 4. Los nuevos habitantes se conectaron a la tubería principal y colocaron llaves de presión para abastecerse. Esto incrementó la demanda y redujo exponencialmente la fuerza de bombeo hacia las zonas más altas.
Además, debido a que este trabajo se realizó sin supervisión ni planificación, no tienen manera de controlar el bombeo. Como resultado, se pierden miles de litros cada vez que suministran a El Junquito.
La fuente agregó que una solución que se maneja en Hidrocapital es regular el suministro a las conexiones nuevas mientras se crea una nueva tubería. A su vez, explorar la posibilidad de aprovechar los pozos de El Junquito más allá del Km 20 para suministrar agua a Caracas.
No obstante, la misma fuente reconoció que todavía falta mucho camino que recorrer, pues hay mucha burocracia y dinero de por medio.
Un pensamiento similar es el de Maikel Contreras, otro vecino de El Junquito que no puede evitar sentir pesimismo al respecto. «Los proyectos que tienen los terminan engavetando y se agarran los reales», razonó.